17 octubre 2011

Día de La Lealtad

17 de Octubre de 1945


Las Patas en la Fuente:
... (fragmentos al azar)
... de Leónidas Lamborghini
El Solicitante Descolocado:
Me detengo un momento
por averiguación de antecedentes
trato de solucionar importantísimos
problemas de estado;
vena mía poética susúrrame contracto
planteo, combinación
y remate.

En ves
tú no tienes voz propia ni virtud dijo
y escribes sólo para...
yo quise decirle mentira mentira
para purificarme.

La pista se rodea de todas las especies,
de todos los órdenes y clases
sobre todo de público,
en la primera fila van... los renegados.

Siempre algún gobernante
algún guerrero ilustre,
algún funcionario aventajado
da el puntapié inicial, entonces entro yo
entrando por el aro.




Tome asiento
nadie debe perderse un espectáculo
abro mi risa negra a función continuada
y a la bartola
haciendo de las mías en el país del tuerto es rey.

Pueblo goloso perezoso lujurioso
porque las curvas económicas
no son favorables
una nueva conciencia os pido, en marcha.

*
Entonces reconozco
alcanzo a distinguir entre 200.000
a mi buena maestrita
llevaba un cartelón azul con letreros colorados.

*

“No son todos los que están
no están todos los que son”
mi pobre especie son los no antologados.
En los viejos tranvías y en general
en todo transporte colectivo
colaborar es correrse, bajar por adelante.

*

El Saboteador Arrepentido:
Entonces me erguí
mitad empleado - mitad obrero
sólo como un monstruo sabría hacerlo
y trozos aún del cascarón textil
lo alcancé bien y comprendiendo que
aquello era sentencia angustia fabril
y dolor de conflictos en la mano de obra.

*

¿Qué es esto?
hasta que el fabricante disfrazado de patrón
vistiendo su más fino casimir
su más peinado hábito
me envuelve con su cola y aquí me deposita:
Éste es tu nuevo puesto.

*

Yo era control y era el Alto Parlante voz de mando
infundiendo valor a mis peones
tratando de tomar por asalto los galpones vacíos.
Caudillo entre mi gente
en medio de tan ruda batalla soy derribado
al tiempo que mis hombres
conseguían entrar sobre grandes rodillos,
entonces sobreponiéndome
alcanzo a defender con victoria toda esa época
la bandera del capital ajeno.
Una primavera me sorprende y el mover de este pueblo.
El ruido se hizo carne y habitó entre nosotros:
Yo, el ubicuo gerente devine popular:
coordino y distribuyo los trabajos tomo y obligo.


*

El Solicitante Descolocado:
y corro entonces a ponerme debajo
del pájaro que caga la suerte de traer plata
entonces
y luego de esperar prudentemente un rato
volví y le dije a mi dama
no gastes un solo peso
porque el pájaro no ha cagado sobre mí.

*

ven
ven a compartir
la tristeza de mi existencia
entra no más... y entré

*

Imposible olvidar lo que pasó
no podemos volver a ser pasado
pero debemos tener presente lo pasado
antes de... después de...
en el pasado del presente
en el presente del pasado
y perdonar no es olvidar.


*

sólo él se escucha
y es para despertar aquello más profundo
en cada uno condenado a descender,
descender y sólo algunas veces
tratando de levantarse estirándose
como parece querer estirarse el viejo puente...

*


Cuando los elementos adictos
tomaron las fábricas
La Prensa
se descompuso
en varios editoriales.
¿qué es ese olor a mierda?
Es el miedo, es el miedo
y hay que leer entre líneas.
Entonces el Buen Idiota
balbuceó su verdad:
“aquí los únicos privilegiados
son los privilegiados”
balbuceó...

.......................................................................................

............ que lo que digas / diga tu existencia / antes que tu poesía... (Leonidas Lamborghini)

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12 octubre 2011

12 de Octubre

Día de la Diversidad

12 de Octubre


«Los derechos culturales son parte integrante de los derechos humanos, que son universales, indisociables e interdependientes. El desarrollo de una diversidad creativa exige la plena realización de los derechos culturales, tal como los define el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y los Artículos 13 y 15 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Toda persona debe, así, poder expresarse, crear y difundir sus obras en la lengua que desee y en particular en su lengua materna; toda persona tiene derecho a una educación y una formación de calidad que respete plenamente su identidad cultural; toda persona debe poder participar en la vida cultural que elija y ejercer sus propias prácticas culturales, dentro de los límites que impone el respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales«.
Artículo 5 Declaración Universal de la UNESCO sobre la Diversidad Cultural
El Día de la Raza fue establecido en la Argentina en 1917 por decreto del presidente Hipólito Yrigoyen, como reafirmación de la identidad hispanoamericana frente a los Estados Unidos y la Doctrina Monroe. En la Argentina existe desde 2007 un proyecto de decreto para modificar el nombre de Día de la Raza por Día de la Diversidad Cultural Americana. En septiembre de 2010 el Poder Ejecutivo Nacional conjuntamente con el INADI envió al Congreso un proyecto de ley en ese sentido.


“Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez”
(Proclama insurreccional de la Junta Tuitiva en la ciudad de La Paz, 16 de julio de 1809)


Por Eduardo Galeano, gentileza semanario Brecha, especial para Causa Popular.-

¿Cristóbal Colón descubrió América en 1492? ¿O antes que él la descubrieron los vikingos? ¿Y antes que los vikingos?. Los que allí vivían, ¿no existían?. Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, ¿eran ciegos?
¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos? Nos han dicho, y nos siguen diciendo, que los peregrinos del Mayflower fueron a poblar América. ¿América estaba vacía?
Como Colón no entendía lo que decían, creyó que no sabían hablar.
Como andaban desnudos, eran mansos y daban todo a cambio de nada, creyó que no eran gentes de razón. Y como estaba seguro de haber entrado al Oriente por la puerta de atrás, creyó que eran indios de la India. Después, durante su segundo viaje, el almirante dictó un acta estableciendo que Cuba era parte del Asia.
El documento del 14 de junio de 1494 dejó constancia de que los tripulantes de sus tres naves lo reconocían así; y a quien dijera lo contrario se le darían cien azotes, se le cobraría una pena de diez mil maravedíes y se le cortaría la lengua.
El notario, Hernán Pérez de Luna, dio fe.
Y al pie firmaron los marinos que sabían firmar.
Los conquistadores exigían que América fuera lo que no era. No veían lo que veían, sino lo que querían ver: la fuente de la juventud, la ciudad del oro, el reino de las esmeraldas, el país de la canela. Y retrataron a los americanos tal como antes habían imaginado a los paganos de Oriente.
Cristóbal Colón vio en las costas de Cuba sirenas con caras de hombre y plumas de gallo, y supo que no lejos de allí los hombres y las mujeres tenían rabos.
En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y la boca en el pecho. En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las arrastraban por los suelos.
En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, los nativos tenían los pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás, y según Pedro Martín de Anglería las mujeres se mutilaban un seno para el mejor disparo de sus flechas. Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca estuvo allí, afirmó también que en el Nuevo Mundo había gente con rabos, como había contado Colón, y sus rabos eran tan largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros.
El Código Negro prohibía la tortura de los esclavos en las colonias francesas. Pero no era por torturar, sino por educar, que los amos azotaban a sus negros y cuando huían les cortaban los tendones. Eran conmovedoras las leyes de Indias, que protegían a los indios en las colonias españolas. Pero más conmovedoras eran la picota y la horca clavadas en el centro de cada Plaza Mayor.
Muy convincente resultaba la lectura del Requerimiento, que en vísperas del asalto a cada aldea explicaba a los indios que Dios había venido al mundo y que había dejado en su lugar a San Pedro y que San Pedro tenía por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre había hecho merced a la reina de Castilla de toda esta tierra y que por eso debían irse de aquí o pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la guerra y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres y sus hijos.
Pero este Requerimiento de obediencia se leía en el monte, en plena noche, en lengua castellana y sin intérprete, en presencia del notario y de ningún indio, porque los indios dormían, a algunas leguas de distancia, y no tenían la menor idea de lo que se les venía encima.
Hasta no hace mucho, el 12 de octubre era el Día de la Raza. Pero, ¿acaso existe semejante cosa? ¿Qué es la raza, además de una mentira útil para exprimir y exterminar al prójimo? En el año 1942, cuando Estados Unidos entró en la guerra mundial, la Cruz Roja de ese país decidió que la sangre negra no sería admitida en sus bancos de plasma. Así se evitaba que la mezcla de razas, prohibida en la cama, se hiciera por inyección.
¿Alguien ha visto, alguna vez, sangre negra?
Después, el Día de la Raza pasó a ser el Día del Encuentro. ¿Son encuentros las invasiones coloniales? ¿Las de ayer, y las de hoy, encuentros? ¿No habría que llamarlas, más bien, violaciones?
Quizás el episodio más revelador de la historia de América ocurrió en el año 1563, en Chile. El fortín de Arauco estaba sitiado por los indios, sin agua ni comida, pero el capitán Lorenzo Bernal se negó a rendirse. Desde la empalizada, gritó:
¡Nosotros seremos cada vez más!
¿Con qué mujeres? -preguntó el jefe indio.
Con las vuestras. Nosotros les haremos hijos que serán vuestros amos.
Los invasores llamaron caníbales a los antiguos americanos, pero más caníbal era el Cerro Rico de Potosí, cuyas bocas comían carne de indios para alimentar el desarrollo capitalista de Europa.
Y los llamaron idólatras, porque creían que la naturaleza es sagrada y que somos hermanos de todo lo que tiene piernas, patas, alas o raíces.
Y los llamaron salvajes. En eso, al menos, no se equivocaron. Tan brutos eran los indios que ignoraban que debían exigir visa, certificado de buena conducta y permiso de trabajo a Colón, Cabral, Cortés, Alvarado, Pizarro y los peregrinos del Mayflower.
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09 octubre 2011

Ernesto Guevara

Ernesto Guevara

14 de Junio de 1928 - 9 de Octubre de 1967


"He nacido en la Argentina; no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie."
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08 octubre 2011

Juan Domingo Perón

Juan Domingo Perón

8 de Octubre de 1895 – 1 de Julio de 1974


La comunidad organizada

El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda
crisis de valores que registra su evolución

Está en nuestro ánimo la absoluta conciencia del momento trascendental que vivimos. Si la Historia de la humanidad es una limitada serie de instantes decisivos, no cabe duda de que, gran parte de lo que en el futuro se decida a ser, dependerá de los hechos que estamos presenciando. No puede existir a este respecto divorcio alguno entre el pensamiento y la acción, mientras la sociedad y el hombre se enfrentan con la crisis de valores más profunda acaso de cuantas su evolución ha registrado. Las conclusiones de los congresos últimamente celebrados en el mundo prueban en cierto modo la universalidad de esta persuasión. El Congreso Internacional de Roma de 1946, el III Congreso de las Sociedades de Filosofía de Lengua Francesa de Bruselas en 1947, el de Edimburgo de 1948 y el de Ámsterdam, evidencian que la inquietud intelectual ha llegado a un momento decisivo. Es posible que la acción del pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto directo con las realidades de la vida de los pueblos. También es posible que el cultivo de las grandes verdades, la persecución infatigable de las razones últimas, hayan convertido a una ciencia abstracta y docente por su naturaleza en un virtuosismo técnico, con el consiguiente distanciamiento de las perspectivas en que el hombre suele desenvolverse. Acaso sobre el gran fondo filosófico que es la verdad, haya prevalecido una cuestión de tendencias, ajenas al ansia de conocimiento a cuya satisfacción debería consagrarse toda fuerza creadora.
En ausencia de tesis fundamentales defendidas con la perseverancia debida, surgen las pequeñas tesis, muy capaces de sembrar el desconcierto.

Sentido de proporción. Anhelo de armonía. Necesidad de equilibrio

Para el mundo existe todavía, y existirá mientras al hombre le sea dado elegir, la posibilidad de alcanzar lo que la filosofía hindú llama la mansión de la paz. En ella posee el hombre, frente a su Creador, la escala de magnitudes, es decir, su proporción.
Desde esa mansión es factible realizar el mundo de la cultura, el camino de perfección.
De Rabindranath Tagore son estas frases: El mundo moderno empuja incesantemente a sus víctimas, pero sin conducirlas a ninguna parte. Que la medida de la grandeza de la humanidad esté en sus recursos materiales es un insulto al hombre.No nos está permitido dudar de la trascendencia de los momentos que aguardan a la humanidad.
El pensamiento noble, espoleado por su vocación de verdad, trata de ajustar un nuevo paisaje. Las incógnitas históricas son ciertamente considerables, pero no retrasarán un solo día la marcha de los pueblos por grande que su incertidumbre nos parezca. Importa, por tanto, conciliar nuestro sentido de la perfección con la naturaleza de los hechos, restablecer la armonía entre el progreso material y los valores espirituales y proporcionar nuevamente al hombre una visión certera de su realidad. Nosotros somos colectivistas, pero la base de ese colectivismo es de signo individualista, y su raíz es una suprema fe en el tesoro que el hombre, por el hecho de existir, representa. En esta fase de la evolución lo colectivo, el “nosotros”, está cegando en sus fuentes al individualismo egoísta. Es justo que tratemos de resolver si ha de acentuarse la vida de la comunidad sobre la materia solamente o si será prudente que impere la libertad del individuo solo, ciega para los intereses y las necesidades
comunes, provista de una irrefrenable ambición, material también. No creemos que ninguna de esas formas posea condiciones de redención. Están ausentes de ellas el milagro del amor, el estímulo de la esperanza y la perfección de la justicia. Son atentatorios por igual el desmedido derecho de uno o la pasiva impersonalidad de todos a la razonable y elevada idea del hombre y de la humanidad. En los cataclismos la pupila del hombre ha vuelto a ver a Dios y, de reflejo, ha vuelto a divisarse a sí mismo. Si debemos predicar y realizar un evangelio de justicia y de progreso, es preciso que fundemos su verificación en la superación individual como premisa de la superación colectiva.
Los rencores y los odios que hoy soplan en el mundo, desatados entre los pueblos, y entre los hermanos, son el resultado lógico, no de un itinerario cósmico de carácter fatal, sino de una larga prédica contra el amor. Ese amor que procede del conocimiento de sí mismo e, inmediatamente, de la comprensión y la aceptación de los motivos ajenos. Lo que nuestra filosofía intenta restablecer al emplear el término armonía es, cabalmente, el sentido de plenitud de la existencia. Al principio hegeliano de realización del yo en el nosotros, apuntamos la necesidad de que ese “nosotros” se realice y perfeccione por el yo.
Nuestra comunidad tenderá a ser de hombres y no de bestias. Nuestra disciplina tiende a ser conocimiento, busca ser cultura. Nuestra libertad, coexistencia de las libertades que procede de una ética para la que el bien general se halla siempre vivo, presente, indeclinable. El progreso social no debe mendigar ni asesinar, sino realizarse por la conciencia plena de su inexorabilidad.
La náusea está desterrada de este mundo, que podrá parecer ideal, pero que es en nosotros un convencimiento de cosa realizable. Esta comunidad que persigue fines espirituales y materiales, que tiende a superarse, que anhela mejorar y ser más justa, más buena y más feliz, en la que el individuo puede realizarse y realizarla simultáneamente, dará al hombre futuro la bienvenida desde su alta torre con la noble convicción de Spinoza: “Sentimos, experimentamos, que somos eternos”.
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07 octubre 2011

Padre Carlos Mugica

Padre Carlos Mugica


Nació el 7 de octubre de 1930, en la ciudad de Buenos Aires, siendo el tercer hijo de una numerosa familia compuesta por el matrimonio de Carmen Echaüe-hija de terratenientes adinerados de Buenos Aires y Adolfo Mugica-fundador del Partido Conservador por el cual fue diputado durante el período 1938-42 y, posteriormente, Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno del Presidente Arturo Frondizi, en 1961. Conformaban la familia, seis hermanos más.
Cursó el ciclo primario en la escuela Cinco Esquinas (Libertad y Quintana), el secundario en Colegio Nacional Buenos Aires, donde por problemas de conducta debió rendir tercer y cuarto año en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza, según comentarios, en ese momento comenzó a tomar conciencia de su capacidad intelectual, finalizando en el Colegio Nacional Buenos Aires sus últimos años de carrera ya con “excelentes calificaciones y maduro proceder”. En este momento de su vida ya se manifestaba con gran aptitud deportiva, destacándose en fútbol-del que era un apasionado, tenis, natación y boxeo.
Ya en 1949 comienza en la Universidad de Buenos Aires sus estudios de Derecho (durante dos años) y, allí, entabla gran amistad con Roberto Guevara Lynch, uno de los cinco hermanos el Che” Guevara, con quien inició una amistad que se prolongaría con el tiempo y cuyo basamento más firme sería la admiración de ambos por el mítico guerrillero. Aproximándose el Año Santo, decide viajar con varios sacerdotes y con su íntimo amigo, Alejandro Mayol, a Europa donde comienza a madurar su idea de ingresar en el seminario, algo que concretará ya para 1952.
La primera obra que escribe este “cura rubio” es en noviembre de 1957, se trata del católico frente a los partidos políticos y la produce para la revista del Seminario. Su compromiso con los pobres se va acentuando y comienza a integrar grupos misioneros en diferentes puntos del interior del país. Tras ocho años de estudios, es ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1959. Acompañando a su antiguo párroco, ya obispo de Reconquista, al Chaco, descubre y vivencia el subdesarrollo y la pobreza en su máxima expresión. Ya de regreso en Buenos Aires, entre los años 1960 a 1963, estuvo cumpliendo funciones al servicio del Cardenal Antonio Caggiano, quien, a su vez, lo destinó como vicario cooperador a la parroquia Nuestra Señora del Socorro, en Barrio Norte, además de asesor de la Juventud de Acción Católica, en su ex colegio Nacional Buenos Aires y entre los universitarios de Medicina y Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. En la misma época fue solicitado por la escuela “Paulina de Mallinkrodt”, en la villa miseria del barrio de Retiro, para cumplir funciones de Capellán y, coincidentemente, comenzó a desempeñarse como profesor de Teología en la Universidad del Salvador, en las Facultades de Psicopedagogía y de Derecho.
Todo su entorno deseaba, para el padre Carlos, una vida acorde al nivel de la clase social a la cual pertenecía, transitando una carrera eclesiástica en constante ascenso, acompañada de las dignidades y cargos importantes correspondientes, en ese momento la amistad de su padre Adolfo con el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Antonio Caggiano, sería el primer paso en ese rumbo. Así fue que para comienzos de 1960, el Cardenal le propone a un Carlos Mugica recién consagrado, desempeñarse como uno de sus secretarios en la curia. Sin duda esta designación favorecería mutuas conveniencias pues el doctor Mugica se beneficiaba brindando a su hijo la posibilidad de una carrera eclesiástica y, el jefe máximo del arzobispado porteño se aseguraba contar con la venia del poder político teniendo a su lado a un familiar directo de un personaje público muy influyente para la época. Nuevamente este cura inquieto sorprendió a propios y ajenos comunicándole al cardenal su deseo de pasar un año junto al recién designado obispo de Reconquista, monseñor Iriarte, con quien cumplió tareas de evangelización en los conventillos de la ciudad, asegurando que, luego de cumplir con esa etapa de misiones rurales en el Chaco Santafecino no iba a tener inconvenientes en tomar el cargo que se le ofrecía. Para Carlos Mugica, su trabajo pastoral en esa región miserable iba a convertirse en la segunda experiencia determinante de su vida.
En el año 1967 había decidido interrumpir toda actividad por un año dirigiéndose a París para estudiar, en el Instituto Católico, Epistemología y Semiología, Doctrina social de la iglesia, y Comunicación social y Teología. Fue en París, donde Carlos Mugica tomó conocimiento por carta, de la existencia (es el Nacimiento del MSTM) del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y automáticamente envió su adhesión incondicional. También inició su colaboración en el Equipo Intervillas, fundado el 2 de agosto de 1968, mérito y dedicación del p Jorge Goñi, también “cura villero”.
Cuando Mugica regresa a la Argentina, se entera de su reemplazo en la capellanía de las religiosas de Mallinckrodt por el padre Julio Treviño. Simultáneamente, la parroquia San Martín de Tours, a cargo de sacerdotes asuncionistas decide abrir una capilla en la villa de Retiro (que era de su jurisdicción parroquial) y le ofrece al Padre Carlos su desempeño. Sin dudar, el Cardenal Caggiano lo confirma y comienza allí la obra con la gente de la villa. Sin demoras, y con la enorme ayuda económica de su hermano Alejandro, se levantó un salón multiuso, de ese modo, en el barrio Comunicaciones se levantó la capilla “Cristo Obrero” en la cual el Padre Mujica ejerció la máxima actividad pastoral entre sus “hermanos villeros”.
La ola de violencia que afectaba al país con el gobierno de facto del General Onganía, lo llevó a reflexionar sobre la violencia institucionalizada y la violencia revolucionaria. La postura de Mugica y su cercanía a miembros de la Organización Montoneros, tiempo atrás, además de una actitud, podría decirse, hasta ese momento, poco clara, sobre la violencia, lo llevaron también a la cárcel a Mugica. Además, el arzobispo Juan C. Aramburu, suspendió al Padre Carlos en sus licencias ministeriales por treinta días, noticia que a Mugica le llegó estando en prisión y a través de los diarios.
El padre Mugica, teniendo su lugar de trabajo en la Villa “Comunicaciones”, solía dormir, algunos días en la misma villa, otros en un cuarto que se había hecho construir en la terraza del edificio donde residían sus padres, contiguo a la vivienda del portero. La serie de inconvenientes y enfrentamientos con su arzobispo, por un lado lo motivaron a redoblar sus trabajos en favor de la gente de la villa, pero también lo hicieron reducir sus apariciones en los medios de comunicación.
Ya en 1974 Mugica terminó de escribir el texto de la “Misa para el Tercer Mundo”, lamentablemente, su disco grabado y editado por el sello RCA, con la colaboración del “Grupo Vocal Argentino” que musicalizó la obra con ritmos autóctonos, africanos y asiáticos, fue destruido por orden del Ministerio del Interior del Gobierno del Gral. Perón. También se multiplicaron las amenazas de muerte, la revista “Militancia”, perteneciente al peronismo de izquierda y dirigida por Ortega Peña y Duhalde, ubicó al sacerdote, dentro de la publicación en la sección denominada “La cárcel del pueblo”, un apartado editorial en el cual-semanalmente- ellos “encarcelaban” a quienes consideraban personajes representativos del “antipueblo”. Por otro lado, el órganos de prensa de la derecha peronista, dirigido por López Rega, “El Caudillo” le cuestionaba desde su ministerio sacerdotal hasta su servicio a los pobres preguntándose si estaba al servicio de los ellos o tenía a los pobre a su servicio, finalmente llegó a acusarlo de “bolche”.
En medio de tantos acontecimientos llegó el día sábado 11 de mayo de 1974 y, siendo las ocho y cuarto de la noche, en momentos en que el padre Carlos Mugica se disponía a subir en su auto que se hallaba estacionado junto a la iglesia de San Francisco Solano, donde había celebrado misa, tal como venía haciéndolo cada semana, fue tiroteado por un individuo con bigotes achinados, que se bajó de un auto que se encontraba estacionado muy cerca del lugar. Este personaje (dicho por la prensa y reconocido personalmente por su hermana menor, Marta) sería Rodolfo Eduardo Almirón, jefe de la “nefasta”Triple A”. Cinco disparos de ametralladora le afectaron el abdomen y un pulmón, cuentan que el tiro de gracia lo recibió en la espalda. El Padre Vernazza, párroco y tan amigo y compañero de vivencias, salió de la iglesia al oír los disparos y corrió a darle la unción. Presurosamente fue trasladado al Hospital Salaberry donde, ya moribundo, alcanzó a exclamar a una enfermera: “Ahora más que nunca tenemos que estar junto al pueblo”. A las nueve de la noche, el doctor Avelino Vicente Dolico, certificó que las causas del fallecimiento habían sido heridas de bala de tórax y abdomen y hemorragia interna.
En el espectacular y multitudinario entierro, los villeros que tanto lo querían llevaron a hombros desde la Villa de Retiro hasta el cementerio de La Recoleta, el féretro del “cura rubio”. Casi toda la prensa habló ese día del “Santo Villero”.
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02 octubre 2011

Jorge Abelardo Ramos

Jorge Abelardo Ramos

23 de Enero 1921 - 2 de Octubre de 1994



La Fragmentación de América latina

....por Jorge Abelardo Ramos


En realidad, la política del librecambismo, sin mencionar la formación de una ideología “democrática” semi-colonial que implicó, aniquiló toda posibilidad de industrias regionales, en la medida que podían significar un peligro de competencia en sus similares extranjeras. Así quedó subordinado el destino histórico del continente latinoamericano al capitalismo europeo en su etapa preimperialista. Y fue justamente esta subordinación la que permitió a las naciones adelantadas obtener la capitalización suficiente para facilitar al régimen capitalista su proceso hacia el imperialismo. Redondeando el ciclo, la etapa imperialista remachó las cadenas del continente semicolonial. Aumentó su dependencia del mercado europeo, transformándolo en proveedor de materias primas y en comprador de productos industriales. La tradición ideológica de la revolución francesa, fundamental y fecunda para la lucha contra el feudalismo europeo antihistórico, resultó funesta para la evolución latinoamericana, pues fue uno de los factores paradojales que le impidió realizar en suelo americano una revolución semejante; bajo la máscara del liberalismo político, se introdujo el liberalismo económico, dos caras de una moneda colonial que iba a circular como símbolo de nuestro atraso histórico. En esta contradicción fundamental radica el fraude elaborado por un siglo y medio de crónica oligárquica. Los fundamentos materiales de la unificación no estaban al alcance de los precursores. Apenas disponían de la limitada realidad aludida en el aforismo de Sarmiento: “Las ideas de los pueblos están escritas en el suelo que habitan”, aforismo no menos limitado, pero ideal para deducir de las llanuras de Venezuela y Argentina un destino de países ganaderos –y el mito de la barbarie llanera o gaucha-. Bolívar y San Martín, y los que siguieron, no tenían otra cosa que el suelo, inmenso, despoblado, inculto. Representantes de una clase dominante, ligada primero por la geografía y luego por la historia a los litorales extra-nacionales, era la suya una sociedad de transición surgida en el siglo de los grandes estados, y, peor aún, en el siglo engendrador de los grandes imperios del capital financiero. América Latina pagaba con la entrega de su economía el tributo de haber sido descubierta y colonizada por España en el período de su “putrefacción lenta e ingloriosa”. Ese es, en grandes líneas, el itinerario de la desintegración de los viejos Virreinatos americanos. A pesar de que recién en el período iniciado con la guerra de Cuba (1898-1914), puede situarse la aparición histórica del imperialismo, a mediados del siglo XIX las grandes potencias daban los primeros pasos para consolidar políticamente sus conquistas coloniales. Es de fundamental importancia indicar que, según Lenín, antes del surgimiento formal del imperialismo, ya existían en Inglaterra dos de sus grandes elementos distintivos: inmensas posesiones coloniales y situación monopolista en el mercado mundial. El continente latinoamericano era un bocado apetitoso y de su fragilidad política dependería que el régimen de inversiones que sucedió al régimen de saqueo, tuviera abierto el camino, favorable la legislación, reducidos los impuestos, abiertas las aduanas. Convenientes eran también gobiernos amigos, pero poco fuertes. La política de división en las colonias emancipadas fue la norma número uno del capitalismo europeo. Es por ese motivo que la diplomacia británica, desde los comienzos de la existencia política “independiente”, ejerciese un importante rol en América Latina. Las palabras del Ministro Canning definían en 1825 la política británica: “Los hechos están ejecutados, la cuña lanzada. Hispano América es libre y si nosotros llevamos bien nuestros asuntos ella será inglesa”. En cuanto a los resultados prácticos de esa política, el Imperio inglés no pudo quejarse de sus ministros. Los ganaderos y terratenientes argentinos, agentes de esa política inglesa, gobernaron la Argentina desde la caída de Rosas. Ellos designaron con el nombre de Jorge Canning una calle de Buenos Aires. En algunos casos, la diplomacia europea promovió y financió directamente la guerra de independencia de España; en otros, apoyó a los terratenientes criollos que iniciaron el movimiento. En los casos restantes, se vio reducida a esperar y “observar”. Los desinteresados viajeros ingleses que animaron la literatura de costumbres con sus detallados relatos, no deben haber escrito solamente esas crónicas en sus instructivos viajes. Los archivos del Ministerio de Colonias de Su Majestad Británica podrían revelar quizás que esos viajeros cultivaron otro género de “reports”, además de la literatura descriptiva. Pero esta es una conjetura estética. Lo indudable es que la abierta aparición del capitalismo europeo en el continente latinoamericano (en 1823 Inglaterra abre consulados en todos los “países” y Baring Brothers realiza el primer empréstito en 1824), coincide simétricamente con la pérdida efectiva de la autodeterminación nacional de América Latina. En el período mundial en que se organizaban las naciones, era quebrantada la unidad política del continente hispánico. La verdadera colonia comenzaba.


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23 septiembre 2011

José Gervasio Artigas

José Gervasio Artigas

19 de Junio de 1764 – 23 de Septiembre de 1850


José Gervasio Artigas Arnal nació en Montevideo en 1764. Al comenzar el año 1811, se desempeñó en la Guardia española de Colonia de Sacramento, como capitán de Blandengues (policía de frontera).Para entonces, el general español Francisco Javier de Elío, designado Virrey del Río de la Plata por el Consejo de Regencia de Cádiz, ya había tomado posesión del cargo con sede en Montevideo. En tales circunstancias, Artigas abandonó Colonia y se trasladó a Buenos Aires para ofrecer sus servicios militares a la Junta Grande.

Su actitud encendió el levantamiento de los orientales (uruguayos) contra las autoridades españolas, que se materializó en el Grito de Asencio. Artigas, cuando retornó a la Banda Oriental, fue aclamado por sus paisanos como "Primer Jefe de los Orientales", instalando su cuartel general en Mercedes. Derrotó a los españoles en Las Piedras el 18 de mayo de 1811 e inició el sitio de Montevideo el día 21 de Mayo. Este primer sitio de Montevideo se levantó por un armisticio que negoció el embajador británico en Brasil, Lord Strangford, con el propósito de evitar que un ejército portugués que había invadido la Banda Oriental auxiliara a los españoles. Artigas, que se había opuesto al armisticio, intentó contener a los portugueses, que saqueaban la campaña oriental. A fines de 1812, José Rondeau, al frente del ejército del Segundo Triunvirato (gobierno que se acababa de instalar en Buenos Aires) inició el Segundo Sitio de Montevideo, desplazando a Artigas y sus fuerzas, en el mando de las operaciones. En el campamento de Artigas fueron electos los diputados orientales que debían concurrir a la Asamblea Nacional General Constituyente (Asamblea del Año XIII), cuyas instrucciones dictadas el 13 de abril de 1813 reclamaban básicamente:

• Declaración de la Independencia.
• Libertad civil y religiosa.
• Organización política federativa.
• Estados autónomos.
• Que Buenos Aires no fuese la sede del gobierno central.

Los diplomas de los diputados orientales fueron rechazados, usando como argumento legal la nulidad de su elección porque se realizó en un campamento militar y además porque traían instrucciones; a pesar de que la Asamblea se había declarado soberana. En realidad, el motivo era el contenido de las instrucciones, que afectaban al centralismo de Buenos Aires. El 20 de enero de 1814, Artigas abandonó el sitio de Montevideo, cuyo mando, de todos modos, monopolizaba Rondeau. Su propósito era apoyar los pronunciamientos de los paisanos de Entre Ríos y Corrientes, como así también, combatir al comandante porteño de las Misiones. Según el historiador uruguayo Washington Reyes Abadie: "Las Misiones, era, por lo demás, la clave de bóveda del sistema federal. Por ellas se ganaba el Paraguay para la unidad del Plata, liberándolo de la absorción portuaria de Buenos Aires; y se conjugaban las rutas orientales con el Río Grande, otorgando a su economía ganadera y saladeril la salida de sus productos por los puertos platenses de Maldonado, Montevideo y Colonia, abriendo para el comercio legal, las históricas rutas de los changadores. Desde las Misiones, Corrientes y el Entre Ríos, coordinaban su destino mesopotámico con las tierras del Uruguay; y Santa Fe recobraba su función histórica de enlace con el tráfico de la yerba mate, los cueros, las maderas, el tabaco y la caña, mientras su condición de centro ineludible en la carrera del Tucumán, ofrecía a los pueblos del norte - incluido el Alto Perú - y del Cuyo, pero en particular a Córdoba, el desahogo de su artesanía, de sus productos minerales y de su agricultura frente al impacto ruinoso de la manufactura inglesa introducida desde Buenos Aires. Este ámbito de la visión integradora de Artigas abarcaba, pues, dos regiones de rasgos propios y definidos: la mediterránea, de economía minera, agrícola y artesanal, articulada en el Paraná, por el puerto fluvial de Santa Fe; y la del litoral, agrícola - ganadera, desde los yerbatales y estancias paraguayas y misioneras hasta la mesopotamia y la campaña oriental; y un puerto transatlántico: Montevideo". Lo cierto es que de las provincias que bajo la influencia de Artigas, que estuvieron bajo la influencia del Protectorado de los Pueblos Libres, sólo Córdoba mandó diputados al Congreso de Tucumán. Las otras cuatro (Provincia Oriental, - actual República Oriental del Uruguay - Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe), en cambio, no estuvieron representadas en el Congreso. Para entonces, los españoles ya se habían rendido en Montevideo. El ejército del Directorio se retiró. Quedó la Provincia Oriental en manos de Artigas.
En agosto de 1816 un ejército portugués, invadió la Provincia Oriental en conocimiento del Congreso de Tucumán. Finalmente, al iniciarse la década de 1820, derrotado definitivamente Artigas en Tacuarembó por los portugueses, se refugió en Entre Ríos, en donde también lo venció el caudillo federal entrerriano Francisco Ramírez. Artigas se trasladó a Paraguay, en donde vivió el resto de vida. Allí murió en 1850.


FRASES CELEBRES

"La causa de los pueblos no admite la menor demora"

"Que los más infelices sean los más privilegiados"

"Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos"

"Con libertad ni ofendo ni temo"

"Sean los orientales tan ilustrados como valientes"

"Tiemblen los tiranos de haber excitado nuestro enojo"

"El despotismo militar será precisamente aniquilado con trabas constitucionales que aseguren inviolable la soberanía de los pueblos"

"La cuestión es solo entre la libertad y el despotismo"

"Todas las provincias tienen igual dignidad e iguales derechos"

"Que los indios en sus pueblos se gobiernen por sí"

"Para mi no hay nada más sagrado que la voluntad de los pueblos"

"En lo sucesivo solo se vea entre nosotros una gran familia"

"Yo no soy vendible, ni quiero más premio por mi empeño que ver libre mi nación"

"No venderé el rico patrimonio de los orientales al vil precio de la necesidad"

"Que en modo solemne se exprese la voluntad de los pueblos en sus gobernantes"

"El pueblo es soberano y él sabrá investigar las operaciones de sus representantes"

"Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana"

"Unidos íntimamente, luchamos contra tiranos que intentan profanar nuestros más sagrados derechos"

"Los pueblos de la América del Sur están íntimamente unidos por vínculos de naturaleza e intereses recíprocos"
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Mariano Moreno

Mariano Moreno

23 de Septiembre de 1778 – 4 de Marzo de 1811


Plan Revolucionario de Operaciones

Que el gobierno provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata debe poner en práctica para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia.

Señores de la Excelentísima Junta Gubernativa de las Provincias Unidas del Río de la Plata:

Volar a la esfera de la alta y digna protección de V. E. los pensamientos de este Plan, en cumplimiento de la honorable comisión con que me ha honrado, si no es ambición del deseo, es a lo menos un reconocimiento de gratitud a la Patria; ella solamente es el objeto que debe ocupar las ideas de todo buen ciudadano, cuya sagrada causa es la que me ha estimulado a sacrificar mis conocimientos en obsequio de su libertad, y desempeño de mi encargo. Tales son los justos motivos que al prestar el más solemne juramento ante ese Superior Gobierno hice presente a V. E., cuando, en atención a las objeciones que expuse, convencido de las honras, protestó V. E. que nunca podrían desconceptuarse mis conocimientos, si ellos no llegaban a llenar el hueco de la grande obra. En esta atención y cumplimiento de mi deber, sería un reo de lesa patria, digno de la mayor execración de mis conciudadanos, indigno de la protección y gracias que ella dispensa a sus defensores, si habiéndose hecho por sus representantes en mi persona, la confianza de un asunto en que sus ideas han de servir para regir en parte móvil de las operaciones que han de poner a cubierto el sistema continental de nuestra gloriosa insurrección, no me desprendiese de toda consideración aun para con la Patria misma, por lisonjear sus esperanzas con la vil hipocresía y servil adulación de unos pensamientos contrarios, que en lugar de conducirla a los grandes fines de la obra comenzada, sólo fuesen causa de desmoronar los débiles cimientos de ella; y en esta virtud, el carácter de la comisión y el mío, combinando un torrente de razones, las más sólidas y poderosas, uniformando sus ideas, me estrechan indispensablemente a manifestarme con toda la integridad propia de un verdadero patriota.
La verdad es el signo más característico del hombre de bien; la resignación, el honor y la grandeza de ánimo en las arduas empresas, son las señales más evidentes de un corazón virtuoso, verdadero amante de la libertad de su patria; tales son los principios que me he propuesto seguir para desenvolver el cúmulo de reflexiones que me han parecido más conducentes para la salvación de la Patria, en el presente plan, sin que preocupación alguna política sea capaz de trastornar ni torcer la rectitud de mi carácter y responsabilidad.
El emprendimiento de la obra de nuestra libertad, a la verdad, es tan grande, que por su aspecto tiene una similitud con los palacios de Siam, que con tan magníficas entradas, no presentan en su interior sino edificios bajos y débiles; pero la Providencia que desde lo alto examina la justicia de nuestra causa, la protegerá, sin duda, permitiendo que de los desastres saquemos lecciones las más importantes. Porque aunque algunos años antes de la instalación del nuevo gobierno se pensó, se habló, y se hicieron algunas combinaciones para realizar la obra de nuestra independencia; ¿diremos que fueron medios capaces y suficientes para realizar la obra de la independencia del Sud, pensarlo, hablarlo y prevenirlo? ¿Qué sacrificios hemos hecho, en qué emprendimientos, que sean suficientes para que podamos tributarnos loores perpetuos por la preferencia de la primacía? ¿Qué planos y combinaciones han formado más laboriosas áreas, para evitar que se desplome un edificio que sin pensar en la solidez que debe estribar sus cimientos, queremos levantar con tanta precipitación? Permítaseme decir aquí, que a veces la casualidad es la madre de los acontecimientos, pues si no se dirige bien una revolución, si el espíritu de intriga y ambición sofoca el espíritu público, entonces vuelve otra vez el estado a caer en la más horrible anarquía. Patria mía, ¡cuántas mutaciones tienes que sufrir! ¿Dónde están, noble y grande Washington, las lecciones de tu política? ¿Dónde las reglas laboriosas de la arquitectura de tu grande obra? Tus principios y tu régimen serían capaces de conducirnos, proporcionándonos tus luces, a conseguir los fines que nos hemos propuesto. En esta verdad las historias antiguas y modernas de las revoluciones nos instruyen muy completamente de sus hechos, y debemos seguirlos para consolidar nuestro sistema, pues yo me pasmo al ver lo que llevamos hecho hasta aquí, pero temo, a la verdad, que si no dirigimos el orden de los sucesos con la energía que es propia (y que tantas veces he hablado de ella) se nos desplome el edificio; pues el hombre en ciertos casos es hijo del rigor, y nada hemos de conseguir con la benevolencia y la moderación; éstas son buenas, pero no para cimentar los principios de nuestra obra; conozco al hombre, le observo sus pasiones, y combinando sus circunstancias, sus talentos, sus principios y su clima, deduzco, por sus antecedentes, que no conviene sino atemorizarle y obscurecerle aquellas luces que en otro tiempo será lícito iluminarle; mi discurso sería muy vasto sobre esta materia, y no creyéndolo aquí necesario, no trato de extenderlo, pero deduciendo la consecuencia tendamos la vista a nuestros tiempos pasados y veremos que tres millones de habitantes que la América del Sud abriga en sus entrañas han sido manejados y subyugados sin más fuerza que la del rigor y capricho de unos pocos hombres; véase pueblo por pueblo de nuestro vasto continente, y se notará que una nueva orden, un mero mandato de los antiguos mandones, ha sido suficiente para manejar miles de hombres, como una máquina que compuesta de inmensas partes, con el toque de un solo resorte tiene a todos en un continuo movimiento, haciendo ejercer a cada una sus funciones para que fue destinada.
La moderación fuera de tiempo no es cordura, ni es una verdad; al contrario, es una debilidad cuando se adopta un sistema que sus circunstancias no lo requieren; jamás en ningún tiempo de revolución, se vio adoptada por los gobernantes la moderación ni la tolerancia; el menor pensamiento de un hombre que sea contrario a un nuevo sistema, es un delito por la influencia y por el estrago que puede causar con su ejemplo, y su castigo es irremediable.
Los cimientos de una nueva república nunca se han cimentado sino con el rigor y el castigo, mezclado con la sangre derramada de todos aquellos miembros que pudieran impedir sus progresos; pudiera citar los principios de la política y resultados que consiguieron los principales maestros de las revoluciones, que omito el hacerlo por ser notorias sus historias y por no diferir algunas reflexiones que se me ofrecen acerca de la justicia de nuestra causa, de la confianza que debemos tener en realizar nuestra obra, de la conducta que nos es más propicia observar, como igualmente de las demás máximas que podrán garantizar nuestros emprendimientos.
En esta atención, ya que la América del Sud ha proclamado su independencia, para gozar de una justa y completa libertad, no carezca por más tiempo de las luces que se le han encubierto hasta ahora y que pueden conducirla en su gloriosa insurrección. Si no se dirige bien una revolución, si el espíritu de intriga, ambición y egoísmo sofoca el de la defensa de la patria, en una palabra: si el interés privado se prefiere al bien general, el noble sacudimiento de una nación es la fuente más fecunda de todos los excesos y del trastorno del orden social. Lejos de conseguirse entonces el nuevo establecimiento y la tranquilidad interior del Estado, que es en todos tiempos el objeto de los buenos, se cae en la más horrenda anarquía, de que se siguen los asesinatos, las venganzas personales y el predominio de los malvados sobre el virtuoso y pacífico ciudadano.
El caso y la fatalidad son las disculpas de la indiscreción y la flaqueza. El hombre animoso hace salir a luz los ocasos para utilizarlos, y sus enemigos son los que se rinden al yugo de la fatalidad. El que tiene gran corazón, espíritu y alma elevada, manda a la fortuna, o más bien la fortuna no es sino la reunión de estas cualidades poderosas, pero como su brillo amedrenta al vulgo y excita la envidia, será feliz quien pueda hermanarlas con la moderación que las hace excusables.
No admiremos la Providencia ni desconfiemos de ella, recordando que de las fatalidades más desastradas, saca las grandes e importantísimas lecciones que determinan el destino del mundo. La mano dio luz al sol y a los astros, y hace girar los cielos, humilla a veces los tronos, borra los imperios, así como desde el polvo encumbra a lo sumo de la grandeza a un mortal desconocido, demostrando al Universo que los mortales, los imperios, los tronos, los cielos y los astros, son nada en comparación de su poder.
Sentemos ante todo un principio: la filosofía que reina en este siglo demuestra la ridiculez de la grandeza y las contingencias a que está expuesta. La insubsistencia perpetua y continuada de la corona de España, lo está evidenciando; la familia real envilecida, había ya dejado de serlo y perdido sus derechos; el 25 de mayo de 1810, que hará célebre la memoria de los anales de América, nos ha demostrado esto, pues hace veinte años, que los delitos y las tramas de sus inicuos mandones y favoritos le iban ya preparando este vuelco.
Por mejor decir, no se la ha destronado ni derribado del solio, sino que se la ha hundido debajo de las plantas; y jamás pudo presentarse a la América del Sud oportunidad más adecuada para establecer una réplica sobre el cimiento de la moderación y la virtud.
La familia de los Borbones estaba en el suelo, y ninguno de sus cobardes amigos acudió a tiempo a darle la mano; no era menester más que dejarla dormir y olvidarla.
Así, pues, cuando las pasiones del hombre andan sueltas, ¡cuán horrible, pero cuán interesante, es el observarle! Entonces sale a lo claro lo más escondido de su corazón, entonces la vista puede seguir por las vueltas y revueltas de aquel laberinto inescrutable los estragos del odio, los arrebatos de la ambición, el desenfreno de la codicia, los ímpetus de vanagloria y los proyectos de engrandecimiento.
Hay hombres de bien (si cabe en los ambiciosos el serlo) que detestan verdaderamente todas las ideas de los gobiernos monárquicos, cuyo carácter se les hace terrible, y que quisieran, sin derramamiento de sangre, sancionar las verdaderas libertades de la patria; no profesan los principios abominables de los turbulentos, pero como tienen talento, algunas virtudes políticas, y buen crédito, son otro tanto más de temer; y a éstos sin agraviarlos (porque algún día serán útiles) debe separárselos; porque, unos por medrar, otros por mantenerse, cuáles por inclinación a las tramas, cuáles por la ambición de los honores, y el menor número por el deseo de la gloria, o para hablar con más propiedad, por la vanidad de la nombradía, no son propios por su carácter para realizar la grande obra de la libertad americana, en los primeros pasos de su infancia. A la verdad, me rebajaría de mi carácter y del concepto que se tiene formado hacia mi persona si negase los obstáculos e inconvenientes que atropellando mis deseos desconsolaban mi ánimo, aunque concebía algunas veces medios para allanarlos. Otros, en mi lugar, lejos de confundirse transformarían, como hace la verdadera destreza, los obstáculos en medios, hollarían los estorbos, y aun los procurarían para complacerse en superarlos; en fin, yo titubeé en medio de las tres mayores dificultades, temiendo el empezar, y ansiando el acabar, excitado por mi adhesión a la Patria, contenido por los escrúpulos y agitado entre la esperanza del éxito y el temor del malogro.
En esta virtud, habiéndome hecho cargo de todo, resolví entregarme a la marea de los acontecimientos, porque las empresas arduas siempre presentan grandes dificultades, y, por consiguiente, grandes remedios; pues huir cuando se va a dar la batalla, no sólo es cobardía sino aun traición; y en este estado me puse en manos de la Providencia, a fin de que dirigiese mis conocimientos acerca de la causa más justa y más santa, pues si se malograse el fruto de mis intentos, la recompensa, creo, quedaría cifrada en la gloria de haberlos emprendido. En cuya atención y consecuencia, la sensibilidad y una extremada energía son los elementos más grandes de la naturaleza y los más propios para realizar una grande obra, porque entonces los ánimos generosos se desenvuelven en medio de las más horrorosas tempestades, aumentando sus fuerzas a proporción de los peligros que los amenazan, y consiguientemente unos hombres de este corazón son capaces de las acciones más heroicas, y aun de conducir con su política las tramas más largas y formales, donde se cifre la vida de un hombre y el destino de un estado. No se me podrá negar que en la tormenta se maniobra fuera de regla, y que el piloto que salva el bajel, sea como fuere, es acreedor a las alabanzas y a los premios; este principio es indudable, máxime cuando se ciñe a la necesidad absoluta como único medio para la consecución de lo que se solicita.
Las máximas que realizan este plan y hago presentes son, no digo las únicas practicables, sino las mejores y más admisibles, en cuanto se encaminen al desempeño y gloria de la lid en que estamos tan empeñados. ¿Quién dudará que a las tramas políticas, puestas en ejecución por los grandes talentos, han debido muchas naciones la obtención de su poder y de su libertad? Muy poco instruido estaría en los principios de la política, las reglas de la moral, y la teoría de las revoluciones, quien ignorase de sus anales las intrigas que secretamente han tocado los gabinetes en iguales casos: y, ¿diremos por esto que han perdido algo de su dignidad, decoro y opinión pública en lo más principal? Nada de eso: los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más que lo que se les dice.
En el orden moral, hay ciertas verdades matemáticas en que todos convienen, así como todos admiten los hechos incontestables de la física. Pregúntesenos a cada uno qué figura tiene el sol, y responderemos unánimes que redonda; pregúntesenos también sobre los bienes de la esclavitud y males de la libertad, y nos parecerán éstos preferibles a aquéllos, porque siendo poco numerosos unos y otros, queremos naturalmente la mayor suma de bienes, de la cual sólo hay que separar una cantidad pequeña de males.
Pero cuando vengamos a los medios de formar la mayor suma de estos bienes, y la segregación más considerable de estos males, entonces falta la unanimidad, el problema divide las opiniones y los debates comienzan.
Tal sería el estado en que nos encontraríamos, si no nos uniesen generalmente los intereses de la Patria; ¿y quién de vosotros, señores, sería capaz de poner en cuestión la libertad y felicidad de ella, no teniendo sino unos conocimientos superficiales de las causas secretas de la revolución? ¿Acaso se necesitó más fortaleza el 25 de mayo de 1810, para derribar los colosos de la tiranía y despotismo; que se necesita para erigir los cimientos de nuestro nuevo edificio?
Desembarácese el suelo de los escombros, quiero decir; concluyamos con nuestros enemigos, reformemos los abusos corrompidos y póngase en circulación la sangre del cuerpo social extenuado por los antiguos déspotas, y de este modo se establecerá la santa libertad de la Patria.
Y en consecuencia creería no haber cumplido, tanto con la comisión con que se me ha honrado, como con la gratitud que debo a la Patria, si no manifestase mis ideas según y como las siente el corazón más propias, y los conocimientos que me han franqueado veinticinco años de estudio constante sobre el corazón humano, en cuyo, sin que me domine la vanidad, creo tener algún voto en sus funciones intelectuales; y por lo contrario, si moderando mis reflexiones no mostrase los pasos verdaderos de la felicidad, sería un reo digno de la mayor execración; y así no debe escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa, aun cuando tengan semejanza con las costumbres de los antropófagos y caribes. Y si no, ¿por qué nos pintan a la libertad ciega y armada de un puñal? Porque ningún estado envejecido o provincias, pueden regenerarse ni cortar sus corrompidos abusos, sin verter arroyos de sangre.
Hablemos con franqueza: hasta ahora sólo hemos conocido la especulativa de las conspiraciones, y como tal cuando tratamos de pasar a la práctica nos amilanamos. Pues no; no son éstas las lecciones que nos han enseñado y dado a conocer los maestros de las grandes revoluciones; fíjese la vista sobre los anales de las historias del Norte, de la Francia, etc., y aun de la misma España, y se observará las tramas y astucias políticas, únicamente dirigidas a conseguir por todo camino aquellos fines a que han aspirado.
Se ha repetido muchas veces, que la necesidad es madre de la industria, y que su carácter halagüeño, pintado con los bellos colores de una filosofía sutil, invierte su estudio y destreza por medio de la seducción y la intriga, teniendo a veces su origen más o menos noble, según las circunstancias.
Últimamente, demos un carácter más solemne a nuestro edificio, miremos sólo a la Patria, y cuando la Constitución del Estado afiance a todos el goce legítimo de los derechos de la verdadera libertad, en práctica y quieta posesión, sin consentir abusos, entonces resolvería el Estado Americano el verdadero y grande problema del contrato social; pues establecer leyes cuando han de desmoronarse al menor ímpetu de un blando céfiro, depositándolas dentro de un edificio, cuyos cimientos tan poco sólidos no presentan aún más que vanas y quiméricas esperanzas, exponiendo la libertad de la Patria, la impotencia, que quizá al menor impulso de nuestros enemigos, envolviéndonos en arroyos de sangre, tremolen otra vez sobre nuestras ruinas el estandarte antiguo de la tiranía y despotismo; y por la debilidad de un gobierno se malograría entonces las circunstancias presentes, y más favorables a una atrevida empresa, que se inmortalizaría en los anales de América, y desvanecidas nuestras esperanzas seríamos víctimas del furor y de la rabia.
Y en consecuencia de todo lo expuesto, pasando ya a la exposición de los artículos que contiene la comisión de mi cargo, por el orden y según instruye su contenido, dice:

- En cuanto a la conducta gubernativa más conveniente a las opiniones públicas, y conducente a las operaciones de la dignidad de este Gobierno, debe ser las que instruyen las siguientes reflexiones:

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22 septiembre 2011

Juan José Hernández Arregui

Juan José Hernández Arregui

29 de Septiembre de 1913 – 22 de Septiembre de 1974


Juan José Hernández Arregui: (ensayista argentino que a partir de 1955 inició una ambiciosa producción destinada a revisar "el pensamiento nacional" que lo colocó como uno de los referentes principales de la izquierda peronista). Considerado el ideólogo de "Peronismo Revolucionario". Nació en Pergamino, el 29 de septiembre de 1913, y falleció en Buenos Aires, el 22 de septiembre de 1974. Cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires, pero debió trasladarse a Villa María (Córdoba), y en 1931 se afilió a la UCR yrigoyenista, y escribió en sus órganos periodísticos Debate, Doctrina Radical y La Libertad. Durante la década de 1940, estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la capital cordobesa, en la que tuvo como principal maestro al insigne Rodolfo Mondolfo, y allá se graduó con una tesis sobre ”Las bases sociológicas de la cultura griega” en 1944. En 1947, se produjo un primer acercamiento al peronismo, de la mano de Arturo Jauretche, quien lo llevó a colaborar en el gobierno bonaerense, como Director de Publicaciones y Prensa del Ministerio de Hacienda. Por ese tiempo disertó sobre “La Universidad y la Reforma del 18”, en vísperas de sancionarse una Ley Universitaria. En 1948 empieza su labor docente en la Universidad Nacional de La Plata, como Profesor Adjunto de Introducción a los Estudios Históricos, y en la Facultad de Ciencias Económicas de Buenos Aires, hasta el golpe septembrino de 1955. Entre sus obras se cuentan: Imperialismo y cultura (1957), La formación de la Conciencia Nacional (1960), ¿Qué es el ser nacional? (1963), Nacionalismo y liberación (1969), y Peronismo y socialismo (1972). Juan Perón, en carta del 10 de diciembre de 1969 en que le agradece el envío del libro de ese año, formula un cálido elogio de toda su obra.

En uno de sus párrafos le dice:

“Por todo lo que ustedes hacen allí con la difusión de la verdad tantos años oculta, yo deseo como argentino hacerles llegar, junto con mi encomio más entusiasta, mi felicitación más sincera. La causa de la revolución necesita de algunos realizadores, pero no menos de muchos predicadores que, empeñados en la tarea de persuadir, no cejen en el empeño de incendiarlo todo si es preciso.

Fermín Chávez, prologando la reedición del libro “¿Qué es el ser nacional?” dice: ...”De seguro que más de un lector se verá sorprendido por tesis expuestas por quien vulgarmente aparece asociado al marxismo tradicional. Así en un punto histórico que ha sido hegemonizado por la “leyenda negra”.

Repasemos en lo que escribió Juan José:

“El menosprecio hacia España arranca de los siglos XVII y XVIII como parte de la política nacional de Inglaterra. Es un desprestigio que se inicia con la traducción al inglés, del libro de Bartolomé de las Casas “Lágrima de los indios: relación verídica e histórica de las crueles matanzas y asesinatos cometidos en veinte millones de gentes inocentes por los españoles”. .”El título lo dice todo. Un libelo”

El análisis que nuestro autor realiza del intelectual pequeño burgués no concuerda con la visión tradicional de la izquierda internacionalista, ratificada por autores socialistas y comunistas. Sus observaciones responden a un realismo histórico, sin idealizaciones:

“La clase media tiende a la formación de grupos intelectuales que fluctúan, por diversos motivos, entre las élites que miran hacia arriba y los ghettos espirituales que miran hacia abajo. Esto explica la abundancia de intelectuales de izquierda que se pasan a la derecha ideológica, al conservatismo social. En realidad, los intelectuales son los que sienten más vivamente esta situación incierta que ocupan en la sociedad. Mientras la perspectiva de descender les lleva a la comprensión de la lucha que libra la clase trabajadora por otra parte les estimula a no caer en ella”.

La enseñanza oficial que dominó en la Argentina a partir del llamado “proyecto del 80” será cuestionado por Hernández Arregui como un factor ineludible.

Y así escribe sin pelos en la lengua:

“En la escuela le enseñaron a preferir el inmigrante al nativo, en el colegio nacional que el capital extranjero es civilizador, en la Universidad que la Constitución de 1853 ha hecho la grandeza de la Nación o que la inestabilidad política del país es la recidiva de la montonera o de la molicie del criollo. Este estado de espíritu, fomentado sutilmente por la clase alta aliada del imperialismo, distorsiona la conciencia de estos grupos, cuyo escepticismo frente al país favorece el pasivo sometimiento intelectual”.

Y en otro párrafo de su libro de análisis sociológico:

“Estos intelectuales democráticos, a veces a pesar de ellos, sin conciencia de su verdadera situación al ligarse a la oligarquía, representan a la pequeño _ burguesía pro imperialista. El carácter uniformemente extranjerizante de sus escritos, refleja la naturaleza portuaria de esa mentalidad parasitaria del comercio de exportación. En esa literatura hay también una “voluntad de forma”, en el sentido de Riegl. Una voluntad narcotizante en el doble plano estético y político”.

Este pensador argentino no iluminista había de dirigir durante 1974 la revista Peronismo y Liberación. Un año antes, en 1973, al ser distinguido como Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires, expresó categóricamente lo que sigue: “He pertenecido, pertenezco y perteneceré al Movimiento Nacional Peronista...”. Es una autodefinición que no puede ser extraviada u omitida. (...) Fermín Chávez.

Fuente:http://www.pensamientonacional.com.ar/
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21 septiembre 2011

John William Cooke

John William Cooke

14 de Noviembre de 1920 – 19 de Septiembre de 1968

por Elisa Morales

Gran figura del movimiento peronista, John William Cooke estuvo a la cabeza de este movimiento aunque posteriormente quedó aislado y murió en soledad. Vida y obra de uno de los ideólogos más importantes de la izquierda nacional argentina.

Biografía

John W. Cooke nace en la ciudad de La Plata, Argentina, en el seno de una familia de ascendencia irlandesa. En 1930 ingresa a la carrera de derecho en la Universidad de la Plata, donde desarrollará sus cualidades políticas como militante estudiantil, aunque todavía como parte de un agrupamiento radical.

Será en 1945 cuando comience su relación con el peronismo. En este año un sector del radicalismo a la cabeza del cual estaba Juan Isaac Cooke, padre de John, inicia negociaciones con el entonces vicepresidente Juan Domingo Perón. Juan Isaac pasa a desempeñarse como Ministro de Relaciones Exteriores.

En 1946 Cooke comienza su carrera como parlamentario, presentándose a elecciones internas dentro de la UCR. Es elegido candidato a diputado por la tendencia radical que avala un frente con Perón para las próximas elecciones, a la cabeza de la cual se encuentra Quijano. Así, la fórmula Perón-Quijano se hace con el triunfo y Cooke es elegido diputado a los 26 años. Se convierte así en uno de los principales cuadros peronistas en la cámara baja, defensor acérrimo de las políticas del general pero también crítico cuando las hallaba cuestionables.


El golpe de Estado de 1955 y la resistencia del peronismo

Con la Revolución Libertadora, como se denominó a sí mismo el golpe de 1955, John William Cooke se vio obligado a pasar a la clandestinidad.

Se pone en contacto con el general Perón emigrado para comenzar a organizar el Comando Nacional Peronista, entidad abocada a la resistencia contra el gobierno dictatorial. En octubre, el Bebe, como lo llamaban sus conocidos, cae preso, víctima de la persecución del gobierno de la Libertadora.

Desde las numerosas cárceles por las que pasa Cooke continúa la relación epistolar con Juan Domingo Perón. En la segunda mitad de 1956 Cooke recibe una carta del general en la que éste le delega su representación y el comando del movimiento peronista al interior de la Argentina. El 17 de marzo de 1957, Cooke y otro grupo de militantes peronistas logran fugarse de la cárcel de Río Gallegos, sobornando a un guardia. Después de la fuga pasa a Chile, donde se instala en Punta Arenas. Desde aquí mantiene correspondencia fluida con Perón, que se halla en Caracas, y se ocupa de los problemas de la reconstrucción del movimiento peronista.


La relación con Perón y la evolución ideológica de John William Cooke

Las relaciones entre John William Cooke y el general Perón fueron cambiantes. Cordiales a veces, ásperas otras, la clave del cambio estuvo en que ambos políticos evolucionaban en sentidos distintos. Mientras el general estaba ya adoptando en esta época su política de árbitro entre las distintas tendencia peronistas y avanzaba hacia una posición conciliadora con las fuerzas no peronistas, el pensamiento político de John William Cooke evolucionaba a izquierda y sus postulados se relacionaban con la necesidad de que el peronismo recuperara el poder a través de una insurrección y apelando a las masas trabajadoras del país.

Ante las elecciones de 1958, se expresarían los desacuerdos entre ambos hombres. Cooke se pronuncia en contra de la alianza con el radicalismo de Frondizi, pero las tendencias moderadas al interior del peronismo acaban por predominar y el general da su visto bueno a la alianza. Frondizi obtiene el triunfo pero rompe la alianza con el peronismo, una vez que se ha hecho del poder. Cooke se reúne con Perón para definir la estrategia a seguir. Esta sería de enfrentamiento al gobierno, pero la conducción partidaria del peronismo dentro de la Argentina se vuelve cada vez más conservadora y no está dispuesta a adoptar medidas radicales de ningún tipo.

En enero de 1959 se produce la huelga en el Frigorífico Lisandro de la Torre. Este hecho se convertiría en el principio de fin del peso de Cooke en las filas del peronismo oficial. El gobierno de Frondizi responderá con represión a la huelga y esta será derrotada. La conducción peronista declarará prontamente que no ha tenido relación alguna con los hechos, mientras que Cooke defenderá los obreros en huelga. Es el comienzo de la ruptura abierta.

Desde aquí el pensamiento de Cooke comienza a radicalizarse. Se encuentra aislado dentro del movimiento peronista mismo y comienza a buscar nuevas vías políticas para la consecución de lo que él considera es lo más importante en un país como la Argentina: la liberación nacional contra el dominio imperialista.

John William Cooke después de Cuba

En 1960 viaja a La Habana, donde conocerá a los líderes de la Revolución Cubana. Participará en los enfrentamientos con ocasión de la invasión de la bahía de Cochinos en 1961.

La experiencia en Cuba determinará que Cooke adopte una línea política cada vez más revolucionaria. En sus “Apuntes para la militancia” de 1964 planteará que: “La revolución social entonces no es un orden ideal fijado porque nosotros lo consideramos que es el que preferimos con respecto a otro, es una necesidad técnica, como necesidad económica y como necesidad del país para realizarse como integridad nacional.”

Cooke nunca perderá sus esperanzas en que el peronismo adopte una senda revolucionaria popular como la que él plantea. La distintas tendencias a interior del movimiento peronistas tendrán evoluciones diferentes, pero Cooke siempre conservará su puesto como ideólogo de la izquierda peronista. Finalmente, fallecerá en 1968 sin ver sus proyectos concretados y en un estado de aislamiento respecto de Perón y su movimiento. A comienzo de la década de 1970, la organización guerrillera Montoneros será la que retomará el pensamiento de Cooke y encarnará la lucha de la izquierda peronista.


PROPÓSITOS (Texto)


Contar con una información adecuada no es sólo un derecho que la masa peronista se ha ganado en sufridos años de lucha, sino también condición esencial para cumplir su misión histórica de liberar nuestra patria de la explotación nacional e internacional. Sin embargo, desde las estructuras dirigentes del movimiento únicamente le llegan trivialidades que nada agregan salvo confusión.

Las funciones inexcusables es extender y ahondar ese conocimiento directo, elaborar críticamente datos de la realidad contemporánea y presentar conclusiones que aclaren su sentido, extraer y generalizar las enseñanzas que deja la acción colectiva, tareas sin las cuales no se perfeccionan las formas organizativas y de combate.

Es en la organización revolucionaria que se opera ese enriquecimiento recíproco, al cual contribuyen los cuadros directivos con las síntesis esclarecedoras que orientan a las masas obreras.

El peronismo lo necesita con urgencia, como punto de partida para replantear sus inoperantes líneas políticas.

Para saber cuales son nuestras fallas y llegar a sus causas hay que tener una visión global de la Argentina, de las fuerzas que chocan en su seno, de las características que revisten esos conflictos. Dentro de ese marco histórico, hay que examinar el significado del peronismo, con qué tendencias sociales es irreductiblemente antagónico, qué políticas lo condenarán a frustrarse y cuáles sirven al objetivo de realizarnos como destino nacional.

Por no plantearse correctamente todo esto, las burocracias siempre rectifican los aciertos y reinciden en los errores. La indigencia teórica arrastra a los desastres estratégicos.

Lo primero que procuramos demostrar en la brevedad de este informe es que la teoría política no es una ciencia enigmática cuya jerarquía cabalística manejan unos pocos iniciados, sino un instrumento de las masas para desatar la tremenda potencia contenida en ellas. No les llega como un conjunto de mandamientos dictados desde las alturas, sino por un proceso de su propia conciencia hacia la comprensión del mundo que han de transformar.


John William Cooke – Diciembre de 1964
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16 septiembre 2011

“Revolución Libertadora”

-16 de septiembre de 1955 - 
Golpe autodenominado “Revolución Libertadora”



El 16 de septiembre de 1955 se produce la sublevación autodenominada “Revolución Libertadora”, movimiento revolucionario encabezado por el general Eduardo Lonardi, que derrocó al gobierno constitucional del general Juan Domingo Perón. El 13 de noviembre de 1955, Lonardi sería reemplazado por el general Pedro Eugenio Aramburu. El texto que sigue, extraído de la revista Primera Plana, constituye una mirada sobre los móviles que desencadenaron el movimiento que derrocó a Perón.

Revolución Libertadora (Fusiladora)

La cuarta invasión inglesa

Autor: Fermín Chavez, Revista Primera Plana Nº 507, 13 de septiembre de 1973.

La contrarrevolución de 1955 no fue gestada en 1954. No nació con el negocio petrolero iniciado con la Standard Oil, ni en el conflicto con la Iglesia argentina. La confabulación venía tomando cuerpo desde la segunda mitad de 1950 y principios de 1951, a través de los trabajos que realizaban en el ejército Pedro Eugenio Aramburu, Luis Leguizamón Martínez, Benjamín Menéndez, Eduardo Lonardi y José F. Suárez.

Si el movimiento peronista y su gobierno tuvieron fuertes enemigos internos, no es menos cierto que los hubo mayores en el exterior. El principal, entre éstos, era un imperio en decadencia, pero un imperio al fin. Inglaterra, puesto que de ella hablamos, iba a jugar sus cartas con maestría y sin esos movimientos bruscos que delatan a los carteristas novicios. En este sentido, la Argentina de 1955 fue la carpeta de juego en que los legos debieron enfrentar, con desventaja, a los fulleros.

La revolución peronista hirió sensiblemente a las minorías oligárquicas y a la burguesía del país, pero también perjudicó ostensiblemente a los intereses británicos, que a la postre se unirían con quienes les ofrecieran la más segura posibilidad de revancha. Si es verdad que sancionó a los Bemberg, es cierto también que lesionó duramente la esfera de influencia de los británicos.

En un olvidado artículo periodístico, de 1957, Juan Perón señaló que la llamada “revolución libertadora” trajo la cuarta invasión inglesa. “Ante la incredulidad de propios y extraños –escribía-, nacionalizamos, comprando y pagándoles, los transportes, puertos, teléfonos, silos y elevadores, frigoríficos, servicios de gas y energía, el Banco Central, creamos la Flota Mercante, que llegó a ser la cuarta del mundo, y dimos al país transportes aéreos. Industrializamos la Nación facilitando la instalación de industrias pesadas. Asimismo, fabricamos gran cantidad de maquinarias y automotores. Así logramos la independencia económica, arrojando por tercera vez al invasor británico”. En otro párrafo del texto que estamos rememorando decía Perón: “Nuestra economía justicialista les resultó desastrosa. Sirva un ejemplo: en textiles y afines importábamos de Inglaterra por un valor de 100 millones de dólares anuales. En 1954, esa cifra se redujo a medio millón anuales. Como último bastión, le quedaba nuestro mercado comprador de petróleo. Inglaterra nos vende combustible por valor de 350 millones de dólares por año. Nuestro gobierno había firmado ad referéndum del Congreso de la Nación, un “contrato de locación de servicios” con la Standard Oil de California. Por éste, la compañía norteamericana se comprometía a explorar parte de nuestro subsuelo y extraer el petróleo que hubiera, el que debía ser entregado en su totalidad a YPF para su comercialización”.

Es posible que los ingleses hayan hecho el cálculo de la pérdida que el cambio de política petrolera significaba para ellos, y que decidieran intervenir, contando como contaban con fuertes aliados en la marina de guerra argentina. Los hechos parecen dar entera razón a estos asertos. El viaje de Milton Eisenhower a la Argentina, registrado en el invierno de 1953, indicó el principio del cambio en cuanto a relaciones internacionales. En menos de dos años el cuadro varió visiblemente. El 26 de mayo de 1955 el profesor Silenzi de Stagni dio su famosa clase contra el proyecto de contrato petrolero, que tanto impresionó a los jefes de las Fuerzas Armadas. El 31 de agosto la comentó el periódico Die Welt, de Hamburgo, sobre la base de una síntesis enviada por su corresponsal. El grupo Bemberg, símbolo de toda una época de la Argentina librada al apetito de los consorcios internaciones, se convirtió en el enemigo más enconado e intrigante de Perón. Los misteriosos “accionistas franceses” de la Cervecería Quilmes no se quedaron quietos y acrecentaron la propaganda antiargentina en el exterior. Al grupo Bemberg se agregó en 1951 el grupo Gainza Paz, estrechamente ligado a la UP y a la SIP, cuando el movimiento expropió La Prensa y lastimó a la oligarquía en dos de sus mucosas más sensibles: el bolsillo y el orgullo de clase. Finalmente en la consolidación “moral” del frente antiperonista interno jugaron un papel importante las logias masónicas y otras agrupaciones típicas de la burguesía antinacional.

Autor: Fermín Chávez, Revista Primera Plana Nº 507, 13 de septiembre de 1973


Gorilas
Osvaldo Soriano

Nunca olvidaré aquellos lluviosos días de septiem¬bre del 55. Aunque para mí fueron de viento y de sol porque vivíamos en el Valle de Río Negro y los odios se atemperaban por la distancia y la pesadum¬bre del desierto. Mandaba el General y a mí me resultaba incomprensible que alguien se opusiera a su reino de duendes protectores. Mi padre, en cambio, llevaba diez años de amargura corriendo por el país del tirano que no lo dejaba crecer. Una vez me explicó que Frondizi había tenido que huir en calzoncillos al Uruguay para salvarse de las hordas fascistas. Y se quedó mirándome a ver qué opinaba yo, que tendría nueve o diez años. A mí me parecía cómico un tipo en calzoncillos a lunares nadando por el río de la Plata, perseguido por comanches y bucaneros con el cuchillo entre los dientes.

No nos entendíamos. Mi peronismo, que duró hasta los trece o catorce años, era una cachetada a la angustia de mi viejo, un sueño irreverente de los tiempos de Evita Capitana. Años después me iba a anotar al lado de otros perdedores, pero aquel año en que empezó la tragedia escuchaba por la radio la Marcha de la Libertad y las bravuconadas de ese miserable que se animaba a levantarse contra la autoridad del General. El tipo todavía era contraalmirante y no se sabía nada de él. Ni siquiera que había sido cortesano de Eva. Todavía no había fusilado civiles ni prohibido a la mitad del país. Era apenas un fantasma de anteojos negros que bombardeaba Puerto Belgrano y avanzaba en un triste barco de papel. Era una fragata bien sólida, pero a mí me parecía que a la mañana siguiente, harto de tanta insolencia, el General iba a hundirlo con sólo arrojar una piedra al mar.

Recuerdo a mi padre quemando cigarrillos, con la cabeza inclinada sobre la radio enorme. Lo sobresaltaban los ruidos de las ondas cortas y quizás un vago temor de que alguien le leyera el pensamiento. A ratos golpeaba la pared y murmuraba: "Cae el hijo de puta, esta vez sí qué cae". Yo no quería irme a dormir sin estar seguro de qué el General arrojaría su piedra al mar. Tres meses atrás la marina había bombardeado la Plaza de Mayo a medio día, cuando la gente salía a comer, y el odio se nos metió entre las uñas, por los ojos y para siempre. A mi padre por el fracaso y el bochorno, a mí porque era como si un intruso viniera a robarme los chiches de lata. Me cuesta verme así: ¿qué era Perón para mí? ¿Una figurita del álbum, la más repetida?, ¿los juguetes del correo?, ¿la voz de Evita que nos había pedido cuidarlo de los traidores? Se me iba la edad de los Reyes Magos y no quería aceptar las razones de mi padre ni los gritos de mi madre.

Creo que allá en el Valle no se suspendieron las clases. Una tarde vinieron unos milicos que destrozaron a martillazos la estatua de Evita. Al salir del colegio vi a un montón de gorilas que apedreaban una casa. Los chicos bajábamos la cabeza y caminábamos bien cerca de la pared. El día que Perón se refugió en la cañonera paraguaya mi madre preparó ravioles y mi padre abrió una botella de vino bueno. "Lo voy a cagar a Domínguez", dijo, ya un poco borracho, y buscó los ojos de mi madre. Domínguez era el capataz peronista que le amargaba la existencia. El tipo que me dejaba subir a la caja del camión cuando salían a instalar el agua. Creo que mamá le hizo una seña y el viejo me miró, afligido. "¿Por qué me salió un hijo así?", dijo y me ordenó arrancar el retrato de Evita que tenía en mi pieza. Lonardi hablaba por radio pero el héroe era Rojas. Para convencerme, mi padre me contaba de unos comunistas asesinados y otra vez de Frondizi en calzoncillos. No les tenía simpatía a los comunistas pero ya que estaban muertos, ¿por qué no acordarse de ellos? Yo no quise bajar el retrato y mi padre no se atrevió a entrar en mi cuarto. "Está bien, pero deja la puerta cerrada, que yo no lo vea", me gritó y fue a terminar el vino y comerse los ravioles.

Fue un año difícil. Terminé mal la primaria y empe¬cé mal el industrial de Neuquén. Hasta que Rodolfo Walsh publicó Operación Masacre no supimos de los fusilamientos clandestinos de José León Suárez, ordena¬dos por Rojas. Mi viejo seguía enojado con Perón pero se amigó con el capataz Domínguez. Alguien vino a ten¬tarlo en nombre de Balbín. En ese entonces yo me había puesto del lado de Frondizi, tal vez por aquella imagen del tipo en calzoncillos que se aleja nadando hacia la costa del Uruguay, y entonces mi padre se negó a entrar en política.

En el verano del 58 empecé a trabajar en un galpón donde empacaban manzanas para la exportación y en febrero se largó la huelga más terca de los tiempos de la Libertadora. Largas jornadas en la calle, marchas, colec¬tas y asados con fútbol mientras el sindicato prolongaba la protesta. Un judío de traje polvoriento nos leía presuntos mensajes de Perón. Un día cayó con un Geloso flamante y un carrete de cinta en el bolsillo. Le decían El Ruso; tenía unos anteojos sin marco que dos por tres se le caían al suelo y había que alcanzárselos porque sin ellos quedaba indefenso. Desde la cinta hablaba Perón, o alguien con voz parecida. El General anunciaba un regre¬so inminente y los rojos ya no eran sus enemigos, decía. Al final de la cinta nos hablaba al oído y decía que se le encogía el corazón al pensar en esa heroica huelga nuestra ahí entre las bardas del desierto.

Alguien, un italiano charlatán, sospechó que el que hablaba no era el General. En aquel tiempo no conocía¬mos los grabadores y la máquina que reproducía la voz parecía demasiado sorprendente y perfecta para ser au¬téntica. El Ruso no tenía pinta de peronista y la gente empezaba a desconfiarle. Mi padre y yo no nos hablába¬mos, o casi, pero si existía alguien en aquellos parajes capaz de confirmar que la máquina y la voz eran confiables, ése era él. Le conté lo que pasaba y en nombre de la asamblea le pedí que verificara si era auténtico el Geloso del Ruso. Todavía lo veo llegar, levantando pol¬vareda con la Tehuelche que me había ayudado a com¬prar. Esquivó las barreras que habíamos colocado para cortar el camino y se metió en un pajonal porque venía clandestino. Al principio todos lo miraron feo por su aspecto de radical del pueblo. Un chileno bajito lo trató de profesor y eso contribuyó a que se agrandara un poco. Se puso los anteojos, saludó al Ruso y pidió ver el aparato.

Era una joya. Apenas conocíamos el plástico y aque¬llo era todo de plástico. Mi viejo lo miraba como aturdi¬do, con cara de no entender un pito de voces grabadas y perillas de colores. El Ruso desenrolló un cable que había enchufado en la oficina tomada y colocó la cinta con cuidado, como si agarrara un picaflor por las alas. Y Perón habló de nuevo. Sinarquía, imperialismo, multina¬cionales, algo que hoy sonaría como una sarta de maca¬nas. El General recordó la Constitución justicialista, que impedía la entrega al capitalismo internacional de los servicios públicos y las riquezas naturales. Todos mira¬ban a mi padre que escuchaba en silencio. Ensimismado, sacó los carretes y tocó la banda marrón con la punta de la lengua. Después pidió un destornillador y desarmó el aparato. Yo sabía que estaba deslumbrado y que alguna vez, en el taller del fondo, intentaría construir uno mejor. Pero esa tarde, mientras el Ruso se sostenía los anteojos con un dedo, mi viejo levantó la vista hacia la asamblea y murmuró: "Es Perón, no tengan duda". Rearmó el Geloso pieza por pieza mientras escuchaba la ovación sonriente, como si fuera para él. Yo le miraba la corbata raída y las uñas limpias. Aquel hombre podía reconocer la voz de Perón entre miles, con ruido de fondo y bajo fuego de morteros. Tanto lo había odiado, admirado quizás. Dos días después llegaron los cosacos y nos molie¬ron a palos. Así era entonces la vida. El Ruso perdió los lentes y el Geloso. Mientras corría no paraba de cantar La Internacional. A mí me hicieron un tajo en la cabeza y a los chilenos los metieron presos por agitadores. Al volver a casa, de madrugada, encontré a mi padre en su escri¬torio, dibujando de memoria los circuitos del grabador. Me hizo señas de que fuera al lavadero para no despertar a mi madre y puso agua a calentar. Allá en el patio, frente al taller en el que iba a reinventar el Geloso, me ayudó a lavar la herida y me hizo un vendaje a la bartola, porque no sabía de esas cosas. "Parece mentira —me dijo— antes cada cosa estaba en su lugar; ahora, en cambio, me parece que son las cosas las que están en lugar nuestro." Y no me habló más del asunto.

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14 septiembre 2011

La Noche de los Lápices

La Noche de los Lápices
Por Hugo Presman


El país padecía los años de plomo. La primavera sólo estaba en el almanaque. El clima político y social era gélido. La muerte andaba suelta y la vida estaba abaratada por el terrorismo de estado. El establishment se solazaba con las medidas de Alfredo Martínez de Hoz y le agradecía al Ministro del Interior Albano Hanguindeguy “el orden” recuperado. La cacería de lo que el poder estimaba subversivo estaba como el objetivo de primer orden. El General Ibérico Saint Jean, Gobernador de la Provincia de Buenos Aires en Mayo de 1977, lo sintetizó con su sinceridad brutal: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a los simpatizantes, luego a los indiferentes; y por último a los tímidos” Sobre la matanza se iba a montar las bases de un nuevo modelo económico.

El 16 de septiembre de 1976, en la Plata, en un nuevo aniversario de la Revolución Fusiladora, se iba a consumar “La noche de los lápices”.

Un grupo de los adolescentes, que el año anterior habían obtenido el boleto estudiantil gratuito, después de una larga lucha, iban a ser las víctimas de esa noche siniestra. La mayoría de ellos eran militantes políticos de la organización peronista Unión de Estudiantes Secundarios. Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes pertenecía a la Juventud Guevarista del Partido Revolucionario de los Trabajadores. Afirma:"Yo tenía trece años cuándo empecé a militar. Estuve en Ezeiza, en Gaspar Campos, en el sindicato del calzado donde Galimberti lanzó las milicias populares y di la vuelta al cajón de Perón. Emilce Moler, otra sobreviviente, describe el clima de época en 1975: “Yo diría al revés: ¿Cómo no iba a militar? Habría que haber vivido esos años para darse cuenta. Por supuesto que también estaban los que no se enganchaban, pero a la edad que yo tenía, y en Bellas Artes donde todo era libertad, participación y solidaridad, era imposible no militar. La revolución parecía estar ahí nomás. Latinoamérica estallaba por todos lados.

Teníamos los modelos socialistas de Chile y Cuba. Yo podía no saber en qué partido, pero que iba a participar no tenía ninguna duda. Había todo un clima en el que estaba muy mal visto aquel que no se comprometía. Decirle a alguien, "sos un teórico", era el peor insulto. Podías discutir, pero si no militabas y no llevabas a la práctica tus ideas, eras lo peor.” Del 16 al 19 de septiembre de 1976 se llevaron a cabo operativos contra el movimiento estudiantil. Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, fueron bestialmente torturados en el Pozo de Banfield. El único que salió vivo de ahí fue Pablo Díaz. Otros chicos raptados en sus hogares fueron Patricia Miranda Emilce Moler y Gustavo Calotti por Grupos de Tareas. Estuvieron en Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y Devoto. Luego quedaron a disposición del Poder Ejecutivo.

El testimonio de Gustavo Calotti que hoy vive en Francia, es aterrador. Luego de pasar por la tortura y una vez que fue sacado del Pozo de Arana, después de muchos días cuenta “Cuando llegué, y al saberme lejos de la guardia, menos controlado, comencé a sacarme las esposas o las cuerdas (depende del momento) y las vendas de los ojos. Fue en ese momento que pude observar mi cuerpo. No podía apoyar el pie derecho porque tenía una infección. Las plantas de los pies estaban negras.

La piel había sido completamente quemada. Tenía heridas en los puños por las esposas y desde los senos hasta casi las rodillas había una placa rígida que se había formado con las quemaduras y la sangre coagulada provocada toda por la picana. En Quilmes el remedio milagroso se llamaba Pancután, que es una pomada antiséptica que ayuda a cicatrizar las quemaduras. Sólo con esa pomada fue desapareciendo la infección en la planta del pie derecho. Durante estos tres meses en Quilmes, sumados a los quince días en Arana, perdí mi aspecto humano. Para levantarme debía hacerlo en varias etapas, lentamente, porque varias veces me desmayé. Y cuando estaba de pie debía aferrarme a algo porque por unos instantes se me nublaba la vista y tenía vértigos. Dormía no sé, 16 o 18 horas por día. Cuando salí de la cárcel, casi tres años más tarde, pesaba 58 kilos y estaba bien. Pienso que en Quilmes debo haber pesado bastante menos y cuando me detuvieron pesaba 72 kilos”.

Dice Victoria Ginzberg en Página 12 cuando se refiere a otro adolescente desaparecido: “La edad no era un impedimento para tener ideas claras. Cuando Horacio Ungaro tenía trece años, su hermana Marta, que era miembro de la juventud comunista, quiso reclutarlo. Horacio le contestó que pensaba lo mismo que José Ingenieros: "El que sigue un ideal sin entenderlo es un fanático". Y dos años después empezó a militar en la UES. En la madrugada del 16 de septiembre de 1976 un grupo que se identificó como perteneciente al "Ejército y las fuerzas de seguridad" entró a su casa y se lo llevó, junto con Daniel Racero, que se había quedado a dormir allí. Esa noche también desaparecieron Francisco López Montaner, María Clara Ciochini, María Claudia Falcone, Horacio Ungaro y Claudio de Acha. Son los seis que no volvieron de la decena de adolescentes que fueron detenidos a mediados de ese septiembre.

Dos símbolos: María Claudia Falcone y Pablo Díaz

María Claudia Falcone, fue una protagonista fundamental en la lucha por el boleto estudiantil. Los que la conocieron, cuentan que era abanderada y estudiante de Bellas Artes. Vivía en La Plata, iba a las villas a ayudar y era reconocida como una líder. Lectora de Mario Benedetti y seguidora entusiasta de Sui Generis, su flequillo lacio caía sobre sus enormes ojos celestes. Se preocupaba por estar linda, le gustaba ir a bailar y tenía un novio hippie. Militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios. Le tocó vivir en un período histórico en el cual “cambiar el mundo “era una mandato y la solidaridad un pasaporte.

Su madre ha declarado que ella no necesitaba el boleto estudiantil por la buena posición económica de la familia, pero María Claudia quería ayudar a sus compañeros de menores recursos.

Tenía 16 años y un equipaje de sueños. Quería que todos tuvieran para comer y un lugar donde vivir. Junto al sobreviviente Pablo Díaz, cuidaron embarazadas secuestradas en el “Pozo de Banfield “. María Claudia había sido salvajemente torturada y vejada en el “Pozo de Arana “. Cuando tuvo la convicción que no llegaría a los 17 años, le dijo a Pablo “Cada 31 de diciembre levantá la copa por mí “En ese “tiempo de desprecio “un boleto estudiantil, la militancia política y social, podían ser un pasaje a la muerte, previo paso por el infierno del horror.

Pablo Díaz cuyo testimonio ha sido fundamental ha dicho: “En Banfield ellos me gritaban que no los olvide, y que los recuerde siempre. Como sobreviviente, yo respondo a eso”.

La Noche de los Lápices

Los asesinaron cuando recién ingresaban a la adolescencia. Conocieron el horror infinito en un tiempo de desprecio. A treinta años de que los lápices dejaran de escribir, María Claudia Falcone es el nombre de la Escuela Media Municipal número 7 de Palermo. Este año, otro colegio, el número 12 de Gonnet, llevará el nombre de Horacio Ungaro, ahí donde acunó sus sueños.

Y todos los 16 de septiembre, miles y miles de estudiantes recorren las calles recordando a aquellos jóvenes. Los que militaban por una sociedad más justa. Los que libraron la lucha por el boleto estudiantil. Ahí en la Plata, en sus diagonales, después de los años de silencio, el viento de la memoria trae el estribillo de aquellas jornadas tumultuosas y esperanzadoras: “Tomala vos/ dámela a mí/ es el boleto estudiantil.” En estos jóvenes secundarios con inquietudes distintas, acorde a un tiempo histórico diferente, que caminan recordando a sus predecesores de hace tres décadas, está la continuidad de una historia inconclusa.

Mientras a los pibes la memoria les movilice los pies, Daniel, Francisco, María Clara, Horacio, María Claudia, Claudio, seguirán vivos en el recuerdo. Y los Lápices seguirán escribiendo utopías para acercar el horizonte.

Estudiantes Desaparecidos

Claudio de Acha, 17 años Fecha de Nacimiento: 21 de septiembre de 1958, en el barrio Los Plátanos, cerca de la ciudad de La Plata. Colegio Nacional.

María Claudia Falcone, 16 años Fecha de Nacimiento: 16 de Agosto de 1960, en la ciudad de La Plata. Colegio: Bellas Artes.

Daniel Alberto Racero, 18 años Fecha de Nacimiento: 28 de Julio de 1958.Colegio: Escuela Normal Nº 3

Horacio Ungaro, 17 años Fecha de Nacimiento: 12 de mayo de 1959. Vivía en Gonnet. Colegio: Escuela Normal Nº3

María Clara Ciocchini, 18 años Fecha de Nacimiento: 21 de abril de 1958. Nació en Bahía Blanca donde colaboraba en la Pequeña Obra con un grupo de monjas tercermundistas. Trabajaban en las villas y barrios pobres, en educación y salud, admiraba al Che y a Camilo Torres. Vivía en La Plata Estudiante de Bellas Artes.

Francisco López Muntaner, 16 años Fecha de Nacimiento: 7 de Septiembre de 1960.Colegio: Bellas Artes

Algunos sobrevivientes

Pablo Díaz.18 años. Hijo de un docente universitario peronista de derecha, fue expulsado de un colegio católico y recaló en “La Legión”. Había militado en la UES pero en 1976 militaba en la Juventud Guevarista. Secuestrado 21.09.76. Estuvo en Arana, Pozo de Banfield, Comisaría 3 de Valentín Alsina y U- 9 de La Plata (a disposición del PEN hasta 1980).

Emilce Moler.17 años. Militante de la UES en la Escuela de Bellas Artes, era hija de un comisario inspector retirado. Secuestrada el 17.09.76. Estuvo en Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y Devoto (a disposición del PEN hasta marzo 78)

Gustavo Calotti “Francés”, 18 años. Egresado del Colegio Nacional de La Plata, era cadete policial cuando fue secuestrado 8.09.76. Había militado en la UES pero en el ’76 ya se había desvinculado y estaba más próximo a agrupaciones de izquierda. Estuvo en Arana, Pozo de Quilmes, Comisaría 3 de Valentín Alsina y U- 9 de La Plata (a disposición del PEN hasta 1979).

Patricia Miranda17 años. Estudiante De Bellas Artes, nunca participó de las luchas por el boleto estudiantil ni tuvo militancia política. Secuestrada el. 17.09.76, nunca hizo la denuncia. Estuvo en Arana, Pozo de Quilmes, Valentín Alsina y Devoto (a disposición del PEN hasta marzo 78.

Hugo Presman - Periodista
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"No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes. No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila; porque siempre es así: se gana con los nuevos."

de

Pensamiento vivo

"La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre."
(...) "Pero se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales."
(...) "Ese es el gran problema argentino: es el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico."

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”
"Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación (...) Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional."

Arturo Jauretche

13 de noviembre de 1901 / 25 de mayo de 1974

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