28 julio 2011

Teatro Abierto en el Picadero


El Teatro Abierto


Empezando en los años 1980 y 1981, la comunidad artística alistó en un movimiento de mucho valor. Aunque nadie sabe las reacciones ni las ramificaciones que surgirían de la dictadura y su partidario, un grupo se formó que hablaría contra el estado y las cosas que estaban pasando. El Teatro Abierto, consistiendo en más de cien escritores, agentes, directores, diseñadores, músicos y técnicos (la mayoría estaban puestos en la lista negra), era fundado para causar cambios políticos y socios. Osvaldo Dragún era uno de los creadores, y él recordó las reuniones como abrumadas por miedo, secretos, y un sentimiento de incapacidad. Los criadores nucleares consistieron en marxistas, peronistas, judíos, cristianos, y ateos y, juntos, conjurando el valor para combatir y desafiar la dictadura opresa. El Teatro Abierto era una serie de 21 obras cortas que se dirigió las cosas que pasaron en Argentina por la mano del gobierno. Cada obra duró sólo una vez, para prevenir la censura, y era apoyado fuertemente por los que se oponían al gobierno. Los teatros ofrecieron sus etapas y las primeras obras se estrenaron en el Teatro Picadero; los actores, escritores, y directores trabajaron gratis; la admisión era abierta a todos y el público no le pagó nada. El festival empezó en el 28 de julio en el Teatro Picadero en Buenos Aires. Aunque las obras empezaron a las seis y media y el público tenía mucho miedo, los boletos para cada obra se agotaron. La reacción de la junta venía rápidamente. El 5 de augusto, el teatro fue quemado misteriosamente, pero esto no era un impedimento para el movimiento. En cambio, esto le confrontó y estimuló, y las obras pusieron en escena en el Teatro Tabarís. Por la primera vez, el tema de los desaparecidos y la implicación de la junta se trataron. Las obras ilustraron en la etapa la violencia política real que pasó cada día, cada momento en el país. Atacaron el régimen totalitario y exigieron cambio social. Eran diseñadas para recibir reacciones del público.

Eran eficaces porque las funciones eran la ignición que encendió asambleas públicas. En dos meses, había 25.000 espectadores. Porque El Teatro Abierto tenía mucho éxito, creó motivación para la gente a demostrar y reunir.

Una de las obras era El desconcierto por Diana Raznovich. Confrontó el problema que la gente tenía de censurar a si mismo. Trataba de una artista – una pianista – quién es pagada para tocar una pieza por Beethoven. Sin embargo, el piano no hace ningún sonido, y durante la obra ella lucha para hacer la música oída. Cuando el piano comienza a emitir sonidos, las notas están en discordia. La mujer desea que el piano vuelva al silencio y al fin, el piano está callado y ella regocija. La obra de Raznovich explora la inclinación de muchas artistas argentinas de estar silenciosas y censuradas. No protestaron con voz su oposición a la junta, entonces, su oposición no fue eficaz. Con el silencio, ellos perdieron cualquier mensaje que poseían. Sin embargo, con la voz viene la discordia y entonces, la protesta silenciosa es más fácil. Aunque la obra demostró que con el silencio viene la facilidad y la armonía, la discordia es el único sonido que se puede oír, y puede causar el cambio.
Los efectos del Teatro Abierto eran enormes. No solamente las obras alzaron la potencia de los teatros en Argentina, empezaron y ayudaron a cambiar el status quo en Argentina. Aunque El Teatro Abierto se convirtió en un evento anual entre los años 1982 – 1986, por el año 1983, la necesidad para las obras comenzó a descender. La meta de las obras era realizada mientras la influencia y la presencia de la dictadura se cayó. Uno de las consecuencias del Teatro Abierto era el declive de la dictadura y la vuelta de regla civil, mostrando el poder del teatro. Una idea que empezó como una hazaña enorme era casi imposible. Carlos Gorostiza, el director de la obra El acompañamiento, recordó que “todo sea imposible. Éramos un grupo de locos que quisiéramos cantar las cosas que no podían ser cantados… una posibilidad loca.” Ellos pusieron en escena los problemas de Argentina, poniendo en peligro sus vidas y revolucionando para ser un catalizador para cambiar una nación.

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25 julio 2011

Eva Duarte de Perón

26 de Julio de 1952 - 26 de Julio de 2011

Fragmentos de Mi Mensaje


Solamente los fanáticos -que son idealistas y son sectarios- no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. Para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de casualidad. Los fanáticos sí. Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de la historia. Me gustan los héroes y los santos. Me gustan los mártires, cualquiera sea la causa y la razón de su fanatismo. El fanatismo que convierte a la vida en un morir permanente y heroico es el único camino que tiene la vida para vencer a la muerte. Por eso soy fanática. Daría mi vida por Perón y por el pueblo. Porque estoy segura que solamente dándola me ganaré el derecho de vivir con ellos por toda la eternidad. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados. El fanatismo es la única fuerza que Dios le dejó al corazón para ganar sus batallas. Es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón. Por eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí. Ellos no pueden ser idealistas, porque las ideas tienen su raíz en la inteligencia, pero los ideales tienen su pedestal en el corazón. No pueden ser fanáticos porque las sombras no pueden mirarse en el espejo del sol. Frente a frente, ellos y nosotros, ellos con todas las fuerzas del mundo y nosotros con nuestro fanatismo, siempre venceremos nosotros. Tenemos que convencernos para siempre: el mundo será de los pueblos si los pueblos decidimos enardecernos en el fuego sagrado del fanatismo. Quemarnos para poder quemar, sin escuchar la sirena de los mediocres y de los imbéciles que nos hablan de prudencia. Ellos, que hablan de la dulzura y del amor, se olvidan que Cristo dijo: "¡Fuego he venido a traer sobre la tierra y que más quiero sino que arda!" Cristo nos dio un ejemplo divino de fanatismo. ¿Qué son a su lado los eternos predicadores de la mediocridad?


Pero más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos. Yo los he conocido también de cerca. Frente a los imperialismos no sentí otra cosa que la indignación del odio, pero frente a los entregadores de sus pueblos, a ella sumé la infinita indignación de mi desprecio. Muchas veces los he oído disculparse ante mi agresividad irónica y mordaz. "No podemos hacer nada", decían. Los he oído muchas veces; en todos los tonos de la mentira. ¡Mentira! ¡Sí! ¡Mil veces mentira...! Hay una sola cosa invencible en la tierra: la voluntad de los pueblos. No hay ningún pueblo de la tierra que no pueda ser justo, libre y soberano. "No podemos hacer nada" es lo que dicen todos los gobiernos cobardes de las naciones sometidas. No lo dicen por convencimiento sino por conveniencias.


Me rebelo indignada con todo el veneno de mi odio, o con todo el incendio de mi amor -no lo sé todavía-, en contra del privilegio que constituyen todavía los altos círculos de las fuerzas armadas y clericales. Tengo plena conciencia de lo que escribo. Sé lo que sienten y lo que piensan de esos círculos los hombres y mujeres humildes que constituyen el pueblo. Todos los pueblos de la humanidad. Yo no los condeno personalmente. Aunque personalmente me combatieron y me combaten como enemiga declarada de sus propósitos y de sus intenciones. En el fondo de mi corazón, yo no deseo otra cosa que salvarlos con mi acusación, señalándoles el camino del pueblo por donde llega el porvenir de la humanidad. Yo sé que la religión es el alma de los pueblos y que a los pueblos les gusta ver en sus ejércitos la fuerza pujante de sus muchachos como garantía de su libertad y expresión de la grandeza de su Patria. Pero sé también que a los pueblos les repugna la prepotencia militar que se atribuye el monopolio de la Patria, y que no se concilian la humildad y la pobreza de Cristo con la fastuosa soberbia de los dignatarios eclesiásticos que se atribuyen el monopolio absoluto de la religión. La Patria es del pueblo, lo mismo que la Religión. No soy antimilitarista ni anticlerical en el sentido en que quieren hacerme aparecer mis enemigos. Lo saben los humildes sacerdotes del pueblo que me comprenden a despecho de algunos altos dignatarios del clero rodeados y cegados por la oligarquía. Lo saben los hombres honrados que en las fuerzas armadas no han perdido contacto con el pueblo. Los que no quieren comprenderme son los enemigos del pueblo metidos a militares. Ellos desprecian al pueblo y por eso desprecian a Perón, que siendo militar abrazó la causa del pueblo aún a costa de abandonar en cierto momento su carrera militar. Yo veo no sólo el panorama de mi propia tierra. Veo el panorama del mundo y en todas partes hay pueblos sometidos por gobiernos que explotan a sus pueblos en beneficio propio o de lejanos intereses. Y detrás de cada gobierno impopular he aprendido a ver ya la presencia militar, solapada y encubierta o descarada y prepotente. En este mensaje de mis verdades, no puedo callar esta verdad irrefutable que se cierne como la más grande sombra cubriendo los horizontes de la humanidad. Es necesario que los pueblos destruyan los altos círculos de sus fuerzas militares gobernando a las naciones. ¿Cómo? Abriendo al pueblo sus cuadros dirigentes. Los ejércitos deben ser del pueblo y servirlo. Deben servir a la causa de la justicia y de la libertad. Es necesario convencerlos de que la Patria no es una geografía de fronteras más o menos dilatadas sino que es el pueblo. La Patria sufre o es feliz en el pueblo que la forma. En la hora de nuestra raza, en la hora de los pueblos, la Patria alcanzará su más alta verdad. Es necesario que los ejércitos del mundo defiendan a sus pueblos sirviendo la causa de la justicia y de la libertad. Solamente así se salvarán los pueblos de caer en el odio contra "eso" que antes se llamaba Patria, y que era una mentira más ¡una bella mentira que inventó la oligarquía cuando empezó a vender la dignidad del pueblo, es decir la dignidad augusta y maravillosa de la Patria!


Es lindo vivir con el pueblo. Sentirlo de cerca, sufrir con sus dolores y gozar con la simple alegría de su corazón. Pero nada de todo eso se puede si previamente no se ha decidido definitivamente encarnarse en el pueblo, hacerse una sola carne con él para que todo dolor y toda tristeza y angustia y toda alegría del pueblo sea lo mismo que si fuese nuestra. Eso es lo que yo hice, poco a poco en mi vida. Por eso el pueblo me alegra y me duele. Me alegra cuando lo veo feliz y cuando yo puedo añadir un poco de mi vida a su felicidad. Me duele cuando sufre. Cuando los hombres del pueblo o quienes tienen obligación de servirlo en vez de buscar la felicidad del pueblo lo traicionan. También tengo para ellos una palabra dura y amarga en este mensaje de mis verdades. Yo los he visto marearse por las alturas. Dirigentes obreros entregados a los amos de la oligarquía por una sonrisa, por un banquete o por unas monedas. Los denuncio como traidores entre la inmensa masa de trabajadores de mi pueblo y de todos los pueblos. Hay que cuidarse de ellos: son los peores enemigos del pueblo porque han renegado de nuestra raza. Sufrieron con nosotros pero se olvidaron de nuestro dolor para gozar la vida sonriente que nosotros les dimos otorgándoles una jerarquía sindical. Conocieron el mundo de la mentira, de la riqueza, de la vanidad y en vez de pelear ante ellos por nosotros, por nuestra dura y amarga verdad, se entregaron. No volverán jamás, pero si alguna vez volviesen habría que sellarles la frente con el signo infamante de la traición.


Esa Mujer
Rodolfo Walsh


El coronel elogia mi puntualidad:
-Es puntual como los alemanes -dice.
-O como los ingleses.
El coronel tiene apellido alemán.
Es un hombre corpulento, canoso, de cara ancha, tostada.
-He leído sus cosas -propone-. Lo felicito.
Mientras sirve dos grandes vasos de whisky, me va informando, casualmente, que tiene veinte años de servicios de informaciones, que ha estudiado filosofía y letras, que es un curioso del arte. No subraya nada, simplemente deja establecido el terreno en que podemos operar, una zona vagamente común.
Desde el gran ventanal del décimo piso se ve la ciudad en el atardecer, las luces pálidas del río. Desde aquí es fácil amar, siquiera momentáneamente, a Buenos Aires. Pero no es ninguna forma concebible de amor lo que nos ha reunido.
El coronel busca unos nombres, unos papeles que acaso yo tenga.
Yo busco una muerta, un lugar en el mapa. Aún no es una búsqueda, es apenas una fantasía: la clase de fantasía perversa que algunos sospechan que podría ocurrírseme.
Algún día (pienso en momentos de ira) iré a buscarla. Ella no significa nada para mí, y sin embargo iré tras el misterio de su muerte, detrás de sus restos que se pudren lentamente en algún remoto cementerio. Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alzarán, poderosas vengativas olas, y por un momento ya no me sentiré solo, ya no me sentiré como una arrastrada, amarga, olvidada sombra.
El coronel sabe dónde está.
Se mueve con facilidad en el piso de muebles ampulosos, ornado de marfiles y de bronces, de platos de Meissen y Cantón. Sonrío ante el Jongkind falso, el Fígari dudoso. Pienso en la cara que pondría si le dijera quién fabrica los Jongkind, pero en cambio elogio su whisky.
Él bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente.
-Esos papeles -dice.
Lo miro.
-Esa mujer, coronel.
Sonríe.
-Todo se encadena -filosofa.
A un potiche de porcelana de Viena le falta una esquirla en la base. Una lámpara de cristal está rajada. El coronel, con los ojos brumosos y sonriendo, habla de la bomba.
-La pusieron en el palier. Creen que yo tengo la culpa. Si supieran lo que he hecho por ellos, esos roñosos.
-¿Mucho daño? -pregunto. Me importa un carajo.
-Bastante. Mi hija. La he puesto en manos de un psiquiatra. Tiene doce años -dice.
El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento.
Entra su mujer, con dos pocillos de café.
-Contale vos, Negra.
Ella se va sin contestar; una mujer alta, orgullosa, con un rictus de neurosis. Su desdén queda flotando como una nubecita.
-La pobre quedó muy afectada -explica el coronel-. Pero a usted no le importa esto.
-¡Cómo no me va a importar!... Oí decir que al capitán N y al mayor X también les ocurrió alguna desgracia después de aquello.
El coronel se ríe.
-La fantasía popular -dice-. Vea cómo trabaja. Pero en el fondo no inventan nada. No hacen más que repetir.
Enciende un Marlboro, deja el paquete a mi alcance sobre la mesa.
-Cuénteme cualquier chiste -dice.
Pienso. No se me ocurre.
-Cuénteme cualquier chiste político, el que quiera, y yo le demostraré que estaba inventado hace veinte años, cincuenta años, un siglo. Que se usó tras la derrota de Sedán, o a propósito de Hindenburg, de Dollfuss, de Badoglio.
-¿Y esto?
-La tumba de Tutankamón -dice el coronel-. Lord Carnavon. Basura.
El coronel se seca la transpiración con la mano gorda y velluda.
-Pero el mayor X tuvo un accidente, mató a su mujer.
-¿Qué más? -dice, haciendo tintinear el hielo en el vaso.
-Le pegó un tiro una madrugada.
-La confundió con un ladrón -sonríe el coronel . Esas cosas ocurren.
-Pero el capitán N...
-Tuvo un choque de automóvil, que lo tiene cualquiera, y más él, que no ve un caballo ensillado cuando se pone en pedo.
-¿Y usted, coronel?
-Lo mío es distinto -dice-. Me la tienen jurada.
Se para, da una vuelta alrededor de la mesa.
-Creen que yo tengo la culpa. Esos roñosos no saben lo que yo hice por ellos. Pero algún día se va a escribir la historia. A lo mejor la va a escribir usted.
-Me gustaría.
-Y yo voy a quedar limpio, yo voy a quedar bien. No es que me importe quedar bien con esos roñosos, pero sí ante la historia, ¿comprende?
-Ojalá dependa de mí, coronel.
-Anduvieron rondando. Una noche, uno se animó. Dejó la bomba en el palier y salió corriendo.
Mete la mano en una vitrina, saca una figurita de porcelana policromada, una pastora con un cesto de flores.
-Mire.
A la pastora le falta un bracito.
-Derby -dice-. Doscientos años.
La pastora se pierde entre sus dedos repentinamente tiernos. El coronel tiene una mueca de fierro en la cara nocturna, dolorida.
-¿Por qué creen que usted tiene la culpa?
-Porque yo la saqué de donde estaba, eso es cierto, y la llevé donde está ahora, eso también es cierto. Pero ellos no saben lo que querían hacer, esos roñosos no saben nada, y no saben que fui yo quien lo impidió.
El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método.
-Porque yo he estudiado historia. Puedo ver las cosas con perspectiva histórica. Yo he leído a Hegel.
-¿Qué querían hacer?
-Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuanta basura tiene que oír uno! Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote.
-Todos, coronel. Porque en el fondo estamos de acuerdo, ¿no? Ha llegado la hora de destruir. Habría que romper todo.
-Y orinarle encima.
-Pero sin remordimientos, coronel. Enarbolando alegremente la bomba y la picana. ¡Salud! -digo levantando el vaso.
No contesta. Estamos sentados junto al ventanal. Las luces del puerto brillan azul mercurio. De a ratos se oyen las bocinas de los automóviles, arrastrándose lejanas como las voces de un sueño. El coronel es apenas la mancha gris de su cara sobre la mancha blanca de su camisa.
-Esa mujer -le oigo murmurar-. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada.
El coronel bebe. Es duro.
-Desnuda -dice-. Éramos cuatro o cinco y no queríamos mirarnos. Estaba ese capitán de navío, y el gallego que la embalsamó, y no me acuerdo quién más. Y cuando la sacamos del ataúd -el coronel se pasa la mano por la frente-, cuando la sacamos, ese gallego asqueroso...
Oscurece por grados, como en un teatro. La cara del coronel es casi invisible. Sólo el whisky brilla en su vaso, como un fuego que se apaga despacio. Por la puerta abierta del departamento llegan remotos ruidos. La puerta del ascensor se ha cerrado en la planta baja, se ha abierto más cerca. El enorme edificio cuchichea, respira, gorgotea con sus cañerías, sus incineradores, sus cocinas, sus chicos, sus televisores, sus sirvientas, Y ahora el coronel se ha parado, empuña una metralleta que no le vi sacar de ninguna parte, y en puntas de pie camina hacia el palier, enciende la luz de golpe, mira el ascético, geométrico, irónico vacío del palier, del ascensor, de la escalera, donde no hay absolutamente nadie y regresa despacio, arrastrando la metralleta.
-Me pareció oír. Esos roñosos no me van a agarrar descuidado, como la vez pasada.
Se sienta, más cerca del ventanal ahora. La metralleta ha desaparecido y el coronel divaga nuevamente sobre aquella gran escena de su vida.
-...se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, le manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire -el coronel se mira los nudillos-, que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni a la muerte. ¿Le molesta la oscuridad?
-No.
-Mejor. Desde aquí puedo ver la calle. Y pensar. Pienso siempre. En la oscuridad se piensa mejor.
Vuelve a servirse un whisky.
-Pero esa mujer estaba desnuda -dice, argumenta contra un invisible contradictor-. Tuve que taparle el monte de Venus, le puse una mortaja y el cinturón franciscano.
Bruscamente se ríe.
-Tuve que pagar la mortaja de mi bolsillo. Mil cuatrocientos pesos. Eso le demuestra, ¿eh? Eso le demuestra.
Repite varias veces "Eso le demuestra", como un juguete mecánico, sin decir qué es lo que eso me demuestra.
-Tuve que buscar ayuda para cambiarla de ataúd. Llamé a unos obreros que había por ahí. Figúrese como se quedaron. Para ellos era una diosa, qué sé yo las cosas que les meten en la cabeza, pobre gente.
-¿Pobre gente?
-Sí, pobre gente -el coronel lucha contra una escurridiza cólera interior-. Yo también soy argentino.
-Yo también, coronel, yo también. Somos todos argentinos.
-Ah, bueno -dice.
-¿La vieron así?
-Sí, ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda, y muerta. Con toda la muerte al aire, ¿sabe? Con todo, con todo...
La voz del coronel se pierde en una perspectiva surrealista, esa frasecita cada vez más rémova encuadrada en sus líneas de fuga, y el descenso de la voz manteniendo una divina proporción o qué. Yo también me sirvo un whisky.
-Para mí no es nada -dice el coronel-. Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el 39. Yo era agregado militar, dese cuenta.
Quiero darme cuenta, sumo mujeres desnudas más hombres muertos, pero el resultado no me da, no me da, no me da... Con un solo movimiento muscular me pongo sobrio, como un perro que se sacude el agua.
-A mí no me podía sorprender. Pero ellos...
-¿Se impresionaron?
-Uno se desmayó. Lo desperté a bofetadas. Le dije: "Maricón, ¿esto es lo que hacés cuando tenés que enterrar a tu reina? Acordate de San Pedro, que se durmió cuando lo mataban a Cristo." Después me agradeció.
Miró la calle. "Coca" dice el letrero, plata sobre rojo. "Cola" dice el letrero, plata sobre rojo. La pupila inmensa crece, círculo rojo tras concéntrico círculo rojo, invadiendo la noche, la ciudad, el mundo. "Beba".
-Beba -dice el coronel.
Bebo.
-¿Me escucha?
-Lo escucho.
Le cortamos un dedo.
-¿Era necesario?
El coronel es de plata, ahora. Se mira la punta del índice, la demarca con la uña del pulgar y la alza.
-Tantito así. Para identificarla.
-¿No sabían quién era?
Se ríe. La mano se vuelve roja. "Beba".
-Sabíamos, sí. Las cosas tienen que ser legales. Era un acto histórico, ¿comprende?
-Comprendo.
-La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo pegamos.
-¿Y?
-Era ella. Esa mujer era ella.
-¿Muy cambiada?
-No, no, usted no me entiende. Igualita. Parecía que iba a hablar, que iba a... Lo del dedo es para que todo fuera legal. El profesor R. controló todo, hasta le sacó radiografías.
-¿El profesor R.?
-Sí. Eso no lo podía hacer cualquiera. Hacía falta alguien con autoridad científica, moral.
En algún lugar de la casa suena, remota, entrecortada, una campanilla. No veo entrar a la mujer del coronel, pero de pronto esta ahí, su voz amarga, inconquistable.
-¿Enciendo?
-No.
-Teléfono.
-Deciles que no estoy.
Desaparece.
-Es para putearme -explica el coronel-. Me llaman a cualquier hora. A las tres de la madrugada, a las cinco.
-Ganas de joder -digo alegremente.
-Cambié tres veces el número del teléfono. Pero siempre lo averiguan.
-¿Qué le dicen?
-Que a mi hija le agarre la polio. Que me van a cortar los huevos. Basura.
Oigo el hielo en el vaso, como un cencerro lejano.
-Hice una ceremonia, los arengué. Yo respeto las ideas, les dije. Esa mujer hizo mucho por ustedes. Yo la voy a enterrar como cristiana. Pero tienen que ayudarme.
El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación, con grandes y altas ideas que refluyen sobre él como grandes y altas olas contra un peñasco y lo dejan intocado y seco, recortado y negro, rojo y plata.
-La sacamos en un furgón, la tuve en Viamonte, después en 25 de Mayo, siempre cuidándola, protegiéndola, escondiéndola. Me la querían quitar, hacer algo con ella. La tapé con una lona, estaba en mi despacho, sobre un armario, muy alto. Cuando me preguntaban qué era, les decía que era el transmisor de Córdoba, la Voz de la Libertad.
Ya no sé dónde está el coronel. El reflejo plateado lo busca, la pupila roja. Tal vez ha salido. Tal vez ambula entre los muebles. El edificio huele vagamente a sopa en la cocina, colonia en el baño, pañales en la cuna, remedios, cigarrillos, vida, muerte.
-Llueve -dice su voz extraña.
Miro el cielo: el perro Sirio, el cazador Orión.
-Llueve día por medio -dice el coronel-. Día por medio llueve en un jardín donde todo se pudre, las rosas, el pino, el cinturón franciscano.
Dónde, pienso, dónde.
-¡Está parada! -grita el coronel-. ¡La enterré parada, como Facundo, porque era un macho!
Entonces lo veo, en la otra punta de la mesa. Y por un momento, cuando el resplandor cárdeno lo baña, creo que llora, que gruesas lágrimas le resbalan por la cara.
-No me haga caso -dice, se sienta-. Estoy borracho.
Y largamente llueve en su memoria.
Me paro, le toco el hombro.
-¿Eh? -dice- ¿Eh? -dice.
Y me mira con desconfianza, como un ebrio que se despierta en un tren desconocido.
-¿La sacaron del país?
-Sí.
-¿La sacó usted?
-Sí.
-¿Cuántas personas saben?
-DOS.
-¿El Viejo sabe?
Se ríe.
-Cree que sabe.
-¿Dónde?
No contesta.
-Hay que escribirlo, publicarlo.
-Sí. Algún día.
Parece cansado, remoto.
-¡Ahora! -me exaspero-. ¿No le preocupa la historia? ¡Yo escribo la historia, y usted queda bien, bien para siempre, coronel!
La lengua se le pega al paladar, a los dientes.
-Cuando llegue el momento... usted será el primero...
-No, ya mismo. Piense. Paris Match. Life. Cinco mil dólares. Diez mil. Lo que quiera.
Se ríe.
-¿Dónde, coronel, dónde?
Se para despacio, no me conoce. Tal vez va a preguntarme quién soy, qué hago ahí.
Y mientras salgo derrotado, pensando que tendré que volver, o que no volveré nunca. Mientras mi dedo índice inicia ya ese infatigable itinerario por los mapas, uniendo isoyetas, probabilidades, complicidades. Mientras sé que ya no me interesa, y que justamente no moveré un dedo, ni siquiera en un mapa, la voz del coronel me alcanza como una revelación.
-Es mía -dice simplemente-. Esa mujer es mía.
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Elecciones de Santa Fe. Por Gustavo Sala

A veces uno más uno es igual cero

¿Será cierto que la mayoría de la población desea vivir en una sociedad justa, solidaria, equitativa, en donde todos tengamos posibilidades de desarrollar el completo de variantes que la vida ofrece?
No estoy muy seguro. Por fuera de los deseos ocasionales poco esfuerzo observo para que tales fines lleguen a buen puerto, por lo menos, desde la adhesión política se percibe una suerte de confusión y esquizofrenia colectiva sobre las ideas, modos y medios para llegar a determinados objetivos.
Resulta digna de estudio la heterogeneidad del voto, pero más curioso aún lo es la argumentación por la cual se sostiene dicha decisión.
Lamentablemente la mayoría no concibe a la horizontalidad que presenta la política formal como mecanismo para la solución de su problemática, generalmente se aspira al verticalismo individual como ente determinante. Veo con suma preocupación que las plataformas políticas no presentan interés para el electorado, presuponiendo que nada de lo redactado o enunciado se transformará en una realidad tangible. Así un heredero de dudosa ética puede sostener serías aspiraciones presidenciales, al igual que un cómico de segunda categoría a una gobernación, lo mismo ocurre con un cineasta cuya obsesión es el humo, y en idéntico plano vemos un multimillonario sojero y homofóbico, embebido con un limonado abrigo. Figuras populares, que dan muy bien en los medios, reemplazan la actividad militante llegando, en un breve lapso de tiempo, a competir con serios índices de adhesión.
El voto no deja de ser una opinión sobre el modelo de Nación que se aspira tener, dando por sentado que el concepto modelo o proyecto tienen que ver con propiciar mecanismos inclusivos para la totalidad de sus habitantes. No creo que conscientemente alguien escoja propuestas que formulen exclusión, sin embargo, en nuestro universo global, se pueden observar tendencias que apuntan en esa dirección.
La voracidad capitalista es vista como motor de progreso individual mientras que el cooperativismo solidario se observa como materia desechable. El Estado, es decir todos nosotros, es ridiculizado y menoscabado, tanto por quienes compiten con él como por los que abrevan de él, pretendiendo, en lo profundo de sus intenciones, dejar liberada la ruta distributiva a la mano negra del mercado; eso sí sin dejar de aprovechar los tan convenientes subsidios estatales.
Argentina posee una impactante segmentación regional, lo que hace que ciertas necesidades de determinados lugares resulten obsoletas en otros, dependiendo de su índice poblacional para que dicha necesidad se vea contemplada. Así pues la resultante histórica fueron enormes movimientos migratorios producto de la no-evaluación de aquel segmento inobservado. La planificación forma parte de ese asunto y es allí en donde la política es irremplazable, en donde las percepciones individuales no alcanzan, en donde los globos de colores resultan tan inútiles como vergonzosos.
Cabe señalar que la individualidad cercena la posibilidad de lo colectivo contando permanentemente con un culpable a mano. Tal vez la necesidad de ese único sujeto responsable motorice ciertamente a los admiradores del personalismo. De todas formas no hay que confundir el significado de un líder, a la cabeza de un proyecto político, con un entusiasta figurín asesorado y atesorado publicitariamente. Las diferencias en los resultados son tan abrumadoras como lo son las dificultades para anticiparse al sofisma. Cualquier espontáneo (y recuerdo a Corzo Gómez) puede armarse de una imagen mediática fácilmente digerible, las consecuencias se perciben a corto plazo cuando vemos que los cimientos intelectuales, para pensar y desarrollar una base política, no poseen sustancia ni posibilidad de instrumentación.
Los Partidos Políticos, institucionalmente, son las herramientas más eficaces para estar al frente de las naciones siempre y cuando contengan una fuerte estructura federal que entienda a cada región dentro de un conjunto llamado Nación. No hay modo de concebir un proyecto de país serio sin entender e interpretar las relaciones territoriales existentes. Para eso se necesitan cuadros preparados regionalmente, capaces de no omitir que Tierra del Fuego y Jujuy tienen mucho más en común que sus obvios intereses turísticos.
De todas formas en la mayoría de las sociedades del planeta pululan aquellos que sospechan poseer todas las respuestas, el dilema que se plantea es determinar si dichas repuestas se corresponden a las preguntas esenciales que someten a las sociedades en su conjunto.
Los cuadros políticos técnicos son tan importantes como los cuadros políticos militantes. Estos últimos como agentes indispensables del mensaje de la idea política, la negociación y la gestión; los primeros formando equipos de analistas que entiendan sobre el impacto social de las medidas a llevar a cabo.
Es probable que hasta los mismos partidos, seducidos por los expertos en imagen, se hayan convencido que una dosis de falsa espontaneidad mediática purifica, los acerca al sentido común; concibiendo ese sentido común como un vaso comunicante hacia el éxito electoral. Estúpido es no admitir que al poder se llega con la masividad del sufragio y que el sentido inteligente, por complejo y alejado del pensamiento inicial, es ciertamente excluyente, en ocasiones contranatural para la obtención de mayorías adherentes. Pero no es menos cierto que devaluar la inteligencia del electorado configura un riesgo que las históricas agrupaciones políticas pagan onerosamente. La experiencia del Radicalismo dentro de la Alianza es un ejemplo del caso. La realidad marca que llevan años tratando de recuperarse de tamaña subestimación que le propuso al pueblo. “Sumar, no importa qué, en contra de...”. Las hélices del helicóptero todavía simbolizan el precario sustento y contenido político de aquella propuesta.
De todas formas debemos asumir que algunas fórmulas apolíticas, más cercanas a lo meramente intuitivo que a lo racional, tienen un importante apego popular, y esto se debe, en gran parte a lo mencionado, pero también existe una responsabilidad colectiva en no tratar de interesarse por conocer, descubrir y entender las dificultades que tiene el ejercicio de gobernar. Esa simplicidad hace que exista una consideración generalizada de que cualquiera puede representar a una sociedad, como si tal cosa tuviera el mismo tenor que presidir una entidad dedicada al noble deporte de las Bochas.
Sin la intención de presentarme como sectario, entiendo que la formación intelectual, la militancia política, el conocimiento real de todas las variables sociales, la comprensión de los cambios, el entendimiento sobre la complejidad humana, tanto individual como colectiva, son algunas asignaturas que no se pueden ni se deben soslayar.
Sabemos que existe una eficiente maquinaria para promocionar a un candidato, y que esa misma maquinaria guarda la misma eficiencia para ignorar otras propuestas. ¿Podemos nosotros vencer tan tremendo desafío? Nunca vamos a poder hacerlo a partir del sentido común. Nuestra sociedad tendrá la eficacia que marca nuestro interés para que lo sea. Si bien no es necesario ser Economista para entender sobre el tema, la única forma que tenemos para interpretar sus variables es leyendo, informándonos sobre el asunto. Resulta imposible, desde la más absoluta ignorancia, cotejar proyectos e interpretar hacia donde apunta cada propuesta. Lo mismo sucede con las políticas sociales, con la educación, la cultura, la salud, la producción, etcétera...
Con este conocimiento colectivo, con inquietudes y con curiosidad provocaremos, automáticamente, elevar el contenido de las propuestas de campaña atendiendo que los Candidatos verán en cada elector una suerte de auditor pensante, con visiones complejas, sin el determinismo coyuntural que marcan los tiempos del marketing.
Los resultados finales en Santa Fe avalan lo antedicho. El electorado local confió, por muy escaso margen, la continuidad del Ejecutivo Provincial al oficialismo Socialista, al mismo tiempo le otorgo un visaje aprobatorio a la novedad mediática que representó Miguel Del Sel y su impronta individual, arrastrando buena parte de las Intendencias y los Departamentos, ostentando como consecuencia ventajas notables en el Senado Local. Curiosamente y como dato que llama aún más la atención es la indiscutible victoria que logró el supuestamente minusválido Frente por la Victoria en la Cámara de Diputados Provincial a caballo de la excelente imagen que posee María Eugenia Bielsa.
Cuestiones que quedan entre renglones.
- ¿Puede afirmarse que el Socialismo tiene un 62 % de rechazo del electorado, tal cual razonara la misma oposición luego de los comicios 2009 respecto al Gobierno Nacional?
- ¿La supuesta honestidad y eficiencia ejecutiva de Binner ha sido ninguneada teniendo en cuenta su proyección nacional?
- ¿El Pro se instaló como propuesta local o como sufragio antipolítico correctivo?
- ¿Es cierto que el FPV ostenta un rechazo mayoritario en la región?
A la primera pregunta me surge un No rotundo. Vemos que ante la heterogeneidad existe una preferencia electoral hacia los oficialismos, acotando sus atribuciones, instalando un sistema en donde las primeras minorías han reemplazado las hegemonías representativas.
Con respecto al segundo supuesto debemos admitir que determinados valores no alcanzan para convencer al electorado. Utilizando el mismo razonamiento Hermes Binner deberá tomar nota que será necesario para su proyección nacional, incluir elementos todavía desconocidos para él: la discusión integral, el conflicto de intereses regionales, tomar posiciones taxativas con respecto a determinadas prioridades sociales son algunos ejemplos del caso.
El tercer punto guarda una mayor complejidad. El enorme caudal de votos obtenidos por De Sel sorprendió a propios y extraños. Cierto conformismo por una buena elección pareció determinar el objetivo de máxima sin mostrar el menor interés por la obtención de la victoria final, esto es, dejar de ser testimonial para intentar mostrase como fuerza que disputa el poder. Me dio la sensación que, en este sentido, el Pro no bancó la necesidad de disputar el 5% de votos anulados que marcaron los resultados finales. La pregunta que deberían hacerse sus electores es, si en definitiva los conforma haber votado a un proyecto que no aspiraba a luchar por el poder real.
Con respecto al último cuestionamiento cae de maduro que las ideas y las propuestas del FPV conservan sintonía con la población en la misma medida que sus representantes sean potables para la sociedad. La figura de María Eugenia Bielsa no sólo representó al 22% de núcleo duro del Kirchnerismo santafesino, además acercó a muchos electores del campo popular (socialistas y peronistas no-K) que ven todavía en el Gobierno Nacional una opción importante y relevante. Tal vez el FPV haya encontrado en Bielsa un nuevo lema para la construcción política vernácula y que será de enorme importancia para los comicios de octubre. Haberle otorgado la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados Provincial es un dato de enorme validez y proyección local y nacional.
La política estuvo al límite de la derrota a manos de una antipolítica que jamás pensó ser ejecutiva. Cosa que preocupa doblemente. La tarea, a partir de aquí, será reconstruir los lazos militantes político/partidarios con la sociedad, para que lo colectivo supere holgadamente cualquier intento individualista, más acorde con la publicidad mediática que con la enorme tarea que constituye Gobernar.


Gustavo Sala
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22 julio 2011

Bienvenida Tecnópolis

Por Adrián Paenza

En la Argentina de hoy se están produciendo acontecimientos tan significativos en el ámbito científico, tan distintos de todos los que hemos vivido en las últimas décadas, que merecen una mirada diferente por parte nuestra también. Cualquiera que hubiera vivido en nuestro país durante los últimos 40 años (más o menos) entiende de lo que hablo. La ciencia fue siempre considerada algo exótico, de elite. No me refiero solamente a los presupuestos siempre miserables, sino que lo que cambió es la actitud, la disposición, el interés y por ende la valoración. Hoy hay vasos comunicantes. Hoy hay gente que escucha, pregunta, se interesa, opera y resuelve. Hace un mes fue el tema del satélite que mereció la tapa de este diario (y debió haber sido nota de “tapa” de cualquier medio de comunicación de nuestro país). Hoy es Tecnópolis, que también fue la nota de tapa de Página/12. Pero hay una disposición diferente. Al Poder Ejecutivo le interesa. Hay gente dentro de la clase política que pregunta. No sólo eso: pregunta y luego las respuestas son vinculantes. Es curioso y me dan ganas de escribir inédito, pero no lo hago porque no sería cierto, pero igualmente no estamos acostumbrados a que pase esto: hay gente que está pensando el país, el futuro del país, pero corrido de la coyuntura, pensando en cinco, diez, veinte años hacia adelante. ¿Qué queremos ser? ¿Qué podemos ser? ¿Vamos solamente a seguir exportando carne o soja? ¿Quiénes hacen nanotecnología? ¿En dónde? ¿Por qué nos importa el desarrollo de esa área particular de la física? ¿Quiénes producen software? ¿Quiénes hacen biotecnología? ¿En dónde se hace? ¿Quiénes lo hacen? ¿Qué problemas abordan? ¿Qué pasa con áreas como la computación o la investigación en biología?

Cuando la gente de la NASA invita a la gente de Invap y a los distintos organismos públicos, estatales... (sí, ¡estatales!) para que hagamos “a medias” un satélite, y pongamos adentro cinco de los ocho instrumentos que lleva incorporados, cuando lo hacemos con ellos como pares, es porque estamos en condiciones de hacerlo. No nos están haciendo un favor. Les interesa que estemos. Los españoles, por ejemplo, también tienen buenos jugadores de fútbol. Es más: sin jugadores extranjeros (porque no se puede) salieron campeones del mundo. Sin embargo, quieren tener a Messi. Lo quieren, lo miman, lo valoran. En el mundo de la ciencia, que obviamente no entiende de fronteras, cuando hacen falta gente de ciertas calidades, se “pelea” por ellos. La Argentina produce ciencia de calidad internacional. Y se nota.

Por eso Tecnópolis es algo más que una muestra extraordinaria que va a acompañar por cinco semanas. Es un mensaje que no sólo se lo mandan a la comunidad científica, sino a la sociedad toda. Como si alguien estuviera diciendo: “No sólo nos importan. Vengan y ayúdennos, porque sin ustedes ¡no se puede!”. La Argentina no puede crecer sin sus científicos. Podrá hacer algunos negocios, no necesariamente malos tampoco. Pero como país-país, no podrá avanzar sin producir su propia ciencia, básica y aplicada. Por eso, no sólo disfruto del acontecimiento Tecnópolis, sino que disfruto del momento que vivimos. Casi sin darnos cuenta, se están sentando las bases para el futuro. Nadie más podrá gobernar en adelante ignorando este presente. Y no lo va a poder hacer porque la comunidad científica primero y la sociedad en general han advertido la importancia. Por lo tanto, cualquier intento de retroceso y vuelta a la oscuridad será resistido de manera distinta.

Mientras tanto, recordemos este camino. Ahora, peleemos por mejor presupuesto, por mayor inversión, por más y mejores sueldos, por mejor equipamiento, por mejores edificios, por más becas. Más aún: peleemos para que haya inclusión de todos los estamentos de la sociedad, para que la universidad pública no sea sólo para las clases más solventes económicamente, sino que sea para todos. Pero al mismo tiempo también reconozcamos la enorme e impactante diferencia con lo que la Argentina vivía hasta hace nada más que siete años. Sólo hacía falta que hubiera gente a la que le importe. Y eso, hoy, se nota.

Bienvenida Tecnópolis. Ojalá que ahora haya una aluvión de personas que la recorran y que la disfruten. Es de la gente, es de todos. Es suya. Es de ustedes: recórranla, denla vuelta tanto como puedan. Pregunten, discutan, desafíen. Peléense con los científicos que están allí. Pregunten hasta entender, o hasta demostrarles que los que no entienden son ellos.

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Foto: tecnopolis.ar
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21 julio 2011

AMIA II

AMIA 18 de Julio de 1994
otro año de impunidad


Las 85 Víctimas

Nomina de Fallecidos

Silvana Alguea de Rodríguez
Jorge Antúnez
Moisés Gabriel Arazi
Carlos Avendaño Bobadilla
Yanina Averbuch
Naum Band
Sebastián Barreiro
David Barriga
Hugo Norberto Basiglio
Rebeca Violeta Behar de Jurín
Dora Belgorosky
Favio Enrique Bermúdez
Romina Ambar Luján Boland
Emiliano Gastón Brikman
Gabriel Buttini
Viviana Adela Casabé
Paola Sara Czyzewski
Jacobo Chemauel
Cristian Adrián Degtiar
Diego De Pirro
Ramón Nolberto Díaz
Norberto Ariel Dubin
Faiwel Dyjament
Mónica Feldman de Goldfeder
Alberto Fernández
Martín Figueroa
Ingrid Finkelchtein
Leonor Gutman de Finkelchtein
Fabián Marcelo Furman
Guillermo Benigno Galarraga
Erwin García Tenorio
José Enrique Ginsberg (Kuky)
Cynthia Verónica Goldenberg
Andrea Judith Guterman
Silvia Leonor Hersalis
Carlos Hilú
Patricio Irala
Emilia Jakubiec de Lewczuk
Maria Luisa Jaworski
Analía Verónica Josch
Carla Andrea Josch
Elena Sofía Kastika Esther Klin
León Gregorio Knorpel
Berta Kozuk de Losz
Luis Fernando Kupchik
Agustín Diego Lew
Jesús María Lourdes
Andrés Gustavo Malamud
Gregorio Melman (Héshele)
Ileana Mercovich
Naón Bernardo Mirochnik (Buby)
Mónica Nudel
Elías Alberto Palti
Germán Parsons
Rosa Perelmuter
Fernando Roberto Pérez
Abraham Jaime Plaksin
Silvia Inés Portnoy
Olegario Ramírez
Noemí Graciela Reisfeld
Félix Roberto Roisman
Marisa Raquel Said
Ricardo Hugo Said
Rimar Salazar Mendoza
Fabián Schalit
Pablo Schalit
Mauricio Schiber
Néstor Américo Serena
Mirta Strier
Liliana Edith Szwimer
Naum Javier Tenenbaum
Juan Carlos Terranova
Emilia Graciela Berelejis de Toer
Mariela Toer
Marta Treibman
Angel Claudio Ubfal
Eugenio Vela Ramos
Juan Vela Ramos
Gustavo Daniel Velázquez
Isabel Victoria Nuñez de Velázquez
Danilo Villaverde
Julia Susana Wolinski de Kreiman
Rita Worona
Adhemar Zárate Loayza

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16 julio 2011

La memoria de la impunidad.

El 18 de julio de 1994 se produjo el mayor atentado terrorista de la historia de la Argentina: una bomba destruyó el edificio de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina) en el que murieron 86 personas. Este informe inicia una serie de notas y entrevistas con la finalidad de ofrecer un seguimiento de la evolución del caso. Un documento testimonial aportado por Memoria Activa.

Por Karina Donángelo y Pablo Rodríguez

Todo hacía suponer, especialmente a las 9:50 de esa fría mañana de invierno en Buenos Aires, que se trataba de un lunes más en la vida de los argentinos. Los principales diarios privilegiaban, como la gran noticia del día, el triunfo de Brasil en la final del Campeonato Mundial de fútbol, organizado en los Estados Unidos. También se informaba una veda de autos en el centro de Buenos Aires. Otras noticias que se repetían en la tapa de los matutinos eran: la derrota de equipo argentino de tenis en la Copa Davis, y la muerte de Sebastián Piana, uno de los grandes creadores de tango. Clarín, el diario de mayor circulación en el país, dedicaba un informe especial a la reforma que se estaba efectuando de la Constitución Nacional, y La Nación anunciaba la realización de un censo económico y del choque armado entre palestinos e israelíes. Tres minutos habían pasado, tan solo tres, cuando el arquitecto Andrés Malamud, a cargo de las refacciones de la AMIA, Asociación Mutual Israelista Argentina, recorría e inspeccionaba las obras y el albañil David Barriga iba al fondo del segundo piso para terminar unos detalles. Sebastián Barreiro, de 5 años se dirigía al Hospital de Clínicas de la mano de su mamá, por la calle Pasteur, mientras que Romina Ambar Luján Bolan iba camino a la facultad y Jorge Lucio Antúnez le llevaba un café a un cliente. Sin embargo, ninguno llegó a destino. Ellos forman parte de las 86 víctimas del más sangriento atentado terrorista en la historia argentina. Exactamente a las 9:53 del lunes 18 de julio de 1994 una bomba arrasó con el edificio de la AMIA; truncó sus sueños y esperanzas, y segó la vida de estas personas dejando, además, centenares de heridos.

El 17 de marzo de 1992, otra explosión había derribado la Embajada de Israel asesinando a 26 personas. Dos años mas tarde lo que parecía el fin del mundo se repitió en la sede de la AMIA / DAIA. El caos era total. Gritos, llantos, desesperación e incertidumbre hicieron que dos situaciones fatales se aunaran en el tiempo y dieran lugar a la ineficacia de los organismos de seguridad. Los médicos y camilleros buscaban sobrevivientes, también Defensa Civil, que además discutía con la Policía Federal - que asimismo participaba de estas acciones - sobre la organización y disposición de los vallados. En el medio, los bomberos pedían silencio para detectar a otras personas que pudieran haber quedado atrapadas bajo los escombros, mientras se escuchaban las sirenas de las ambulancias a cuatro cuadras a la redonda. La tragedia se potenciaba con la llegada de voluntarios y curiosos que acudían al lugar. Las cámaras de televisión, que retrataban el espanto, eran otro impedimento para las tareas de rescate. El horror de aquellos momentos parece haber quedado en el olvido por parte de funcionarios de los tres poderes del Estado argentino, y las palabras del presidente Carlos Menem "esta vez sí; esta vez sí atraparemos a los culpables" - pronunciadas en el programa de televisión Hadad & Longobardi, el 23 de julio de 1994 - parecen habérselas llevado el viento.

¿Será justicia?

A más de cuatro años del último atentado la justicia permanece sorda a tan fuertes explosiones, insensible a tanta desgracia y muda para revelar quienes fueron los culpables.

El expediente del caso AMIA es la causa número 1.156, caratulada "Pasteur 633 Atentado (Homicidio, Lesiones, Daños)", que suma 146 cuerpos de 200 fojas cada uno, lo que da un total de casi 30.000 fojas en julio de 1998.

Otras de las numerosas causas conexas son: la causa "Brigada", que vincula a la Policía Bonaerense y tiene más de 40 cuerpos. La causa "Armas", también con 40 cuerpos, establece la denominada "conexión carapintada". Hay más de 270 anexos y más de 10 cuerpos de expedientes con pericias. En los primeros tres años declararon 1.500 testigos, se realizaron más de 200 allanamientos, hubo casi 400 teléfonos intervenidos y más de 300.000 horas de escuchas telefónicas.

Interviene el juez federal Juan José Galeano y los fiscales Eamon Mullen y José Barbacia. Están presos, desde julio de 1996, el ex comisario Juan José Ribelli, los ex subcomisarios Irineo "Pino" Leal y Raúl Ibarra y los dos ex oficiales Diego Barreda y Mario Bareiro, considerados integrantes de la conexión local de los terroristas. También está encarcelado Carlos Telleldín, vendedor de autos robados y regente de una cadena de prostíbulos, acusado de proveer la Traffic que funcionó como coche bomba al grupo de policías anteriormente mencionados. La causa AMIA es un laberinto inextricable lleno de eslabones perdidos, versiones refutables, y cuestiones que llaman mucho la atención. Como parte de esta concatenación de "descuidos" por parte de la justicia, citamos algunos ejemplos:
La Corte Suprema ha sido muy cuestionada por parte de la comunidad judía. Los abogados de la DAIA y la AMIA habían pedido, a mediados de 1996, la recusación de uno de los miembros de la corte: Carlos Fayt. En abril de ese mismo año otro de los miembros del máximo tribunal, Adolfo Vázquez, se apartó de la causa luego de un pedido de recusación de la agrupación Memoria Activa -el grupo que nuclea a los familiares y amigos de las víctimas- que fuera rechazado por la Corte.

Por otra parte la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) presentó, el 8 de septiembre de 1997, un documento en el cual se inculpó a funcionarios y policías que trabaron la investigación por el atentado de la AMIA. Este informe fue elaborado por ex miembros de la Cámara Federal: Carlos Arslanián, Ricardo Gil Lavedra, y Andrés D'Alessio. Ellos juzgaron a los integrantes de las Juntas Militares que funcionaron en el país durante la dictadura de 1976 a 1983. También participó el ex juez Eugenio Zaffaroni. Allí se señalan 22 hechos irregulares. Algunas son dignas candidatas al premio "Bochorno de oro", como las que se citan a continuación:

1. La Dirección Nacional de Migraciones, a cargo de Hugo Franco no respondió a los pedidos de informes hechos por el juez Juan José Galeano. La falta de informatización del sistema puso sobre el tapete la absoluta ineficacia de este órgano de control.

2. La Secretaría de Seguridad, que estaba a cargo del Brigadier Andrés Antonietti, no cumplió, en su momento, con la orden presidencial de difundir la recompensa de 2 millones de U$S para quienes aportaran datos sobre el atentado.
3. Desaparecieron 66 grabaciones del teléfono de Carlos Telleldín - uno de los detenidos - en el departamento de Protección del Orden Constitucional (POC), una dependencia de la Policía Federal

4. Desaparición de la agenda telefónica de Telleldín como parte de la línea de encubrimientos y robo de pruebas.

5. Gestiones del diputado Emilio Morello (MODIN): las averiguaciones que hizo en la Cancillería para saber del testimonio del arrepentido iraní Moatmer Manucher y averiguar sobre el juez Galeano en Irán. El actualmente ex legislador perteneció al grupo militar conocido como "carapintadas", grupo al cual una de las pistas le adjudicaría la participación en el atentado ¿Por qué un legislador nacional, altamente sospechado, puede tener tanto interés en conocer las declaraciones del testigo?

6. Jorge Passero, ex jefe de la Policía Federal, fue denunciado por ocultamiento y desaparición de pruebas claves en los procedimientos hechos luego del atentado.

7. Al ex jefe de la policía bonaerense, Pedro Klodzcyk, se le pidió una declaración indagatoria porque los hombres que estaban a su mando no profundizaron la investigación acerca del destino que había tenido la camioneta Traffic (el supuesto coche bomba según las investigaciones judiciales)

8. El ex secretario de Seguridad bonaerense, Alberto Piotti, se lo llamó a declarar por haber sido nombrado en conversaciones telefónicas por varios de los policías implicados en el caso.

9. No se respetó la incomunicación de los presos dictada por el juez Galeano.

Anteriormente a la presentación de este documento, Alberto Piotti renunció a su cargo luego de que trascendieran las denuncias, algunas de las cuales lo involucrarían. Tampoco se pudo esclarecer que papel jugaron uno o dos helicópteros que sobrevolaron la sede de la AMIA en la noche del 17 al 18 de julio de 1994. Galeano ya había certificado la existencia de esos vuelos, pero aunque la Policía Federal informó la matrícula de los helicópteros, los pilotos nunca fueron llamados a declarar. Todavía no se aclaró que ocurrió con el volquete ubicado frente a la AMIA en el momento del atentado. Del mismo modo, los familiares de las víctimas piden que nuevamente comparezcan los dueños de la empresa de volquetes Santa Rita, de apellido Haddad, habituales compradores de importantes cantidades de explosivos.

Por otra parte los legisladores de la Comisión Bicameral de Seguimiento por los Atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA tienen vedado el acceso a la versión taquigráfica de sus propias audiencias con la Policía y la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado).

En cuanto al juez que entiende en la causa, Juan José Galeano, es pública y notoria su entrañable amistad con el titular de la SIDE, Hugo Anzorreguy y con el compadre de este, el fiscal Germán Moldes, afectado también a la causa. La historia de esta amistad nace cuando Galeano era secretario del juez Velazco, y se hizo cargo de la investigación de la extorsión al Sanatorio Güemes, que derivó en la detención del juez Remigio González Moreno, en donde Jorge Anzorreguy, hermano de Hugo, era uno de los abogados del sanatorio. La anécdota más jugosa con la que se recuerda a Galeano por los pasillos de Tribunales, es el "caso del pebete federal". Un 22 de mayo de 1994, exactamente a las 18:30 horas, en la antesala de la Secretaría Federal 17, el preso Gustavo Fabián Castelli osó deglutir un pebete de jamón y queso ajeno. Ante tamaña audacia el juez Galeano dio curso a una denuncia que culpa a Castelli por expropiar el sandwich, propiedad del oficial Ricardo Ignacio Durán. El apetito descontrolado del reo, según la óptica de Galeano, podía "constituir un ilícito de acción pública". Aunque la causa llegó al juzgado 10 del doctor Gustavo Literas, quien por obvias razones cerró el caso, igual quedó para la posteridad. Otra anécdota, narrada por Jorge Lanata en el primer número de la publicación revista "XXI", es sumamente elocuente del "apoyo policial" que recibe Galeano. El juez solicitó ayuda a la policía para encontrar a dos testigos, pero los días pasaban y no obtenía respuesta. Alberto Zuppi, el abogado de los familiares de las víctimas, los encontró en la guía telefónica: Rubén Chejfec (Guía de Telecom Argentina, Alfabética A-J, página 511 3ª columna, Capital Federal 97/98). El otro es Alberto Brescia (Guía de Telecom Argentina, Alfabética A-J, página 277 4ª columna, Capital Federal 97/98)

Donde los senderos se bifurcan

De las declaraciones de Galeano y sus dictámenes, de las manifestaciones de los miembros de la Comisión Bicameral de Seguimiento de los Atentados a la Embajada de Israel y AMIA, de funcionarios de distintos ministerios del Poder Ejecutivo (como el de Justicia y el del Interior), y de las investigaciones realizadas por algunos periodistas, se desprenden cuatro grandes hipótesis que buscan establecer la autoría material e intelectual de la destrucción de la AMIA. Tres de ellas constituyen pistas que maneja la justicia, mientras que la restante nunca ha sido tenida en cuenta por el juez Galeano. Las teorías vigentes para el juez señalan a Irán; a miembros de la Policía Bonaerense (fuerza de seguridad de la Provincia de Buenos Aires) y a la pista carapintada, conformada por un grupo de ex militares que participaron en levantamientos armados contra el orden constitucional. Las dos últimas conforman la denominada conexión local.

Sin embargo, la pista que incluye una posible participación del gobierno sirio se aborta en el ámbito oficial y es comentada por la prensa, por los legisladores y dirigentes opositores, y por Zulema Yoma, nada menos que ex esposa del presidente Carlos Saúl Menem.
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05 julio 2011

Entre el Caos y el Control, el descontrol y la libertad

Quizás la palabra Control sea el término que cuenta con mayor demanda en nuestros tiempos. Controlar, vigilar, delatar, parecen ser los verbos mejor conjugados por una sociedad que requiere ser espiada y si es necesario censurada, para su tranquilidad. Esta solicitud popular no deja de lado a ningún estamento social, necesitando un ejército de inspectores de variada especialidad para poder conformar a tan heterogéneo espectro. Se asume que no alcanza con la legislación escrita para saber y cumplir con lo que podemos y debemos hacer, se hace imperioso, por demanda de comportamiento, que todos detentemos identidad ajena, un visado responsable, un conforme tranquilizador. El poder de policía se ha extendido sospechosamente, en todos los ámbitos sociales, bajo la excusa de la prevención, fomentando un sinnúmero de auditores dispuestos a delinquir, si es necesario, para la verificación de un fraude (las cámaras ocultas por ejemplo).
Dentro de este dilema en espiral es notable que de algún modo todos terminemos formando parte de una comunidad coercitiva y protectora de contravenciones ajenas para cubrir las propias.
Las calles, las rutas, los mares, el aire, la urbanidad y la ruralidad, los negocios, las empresas, la salud, la alimentación, la educación, la universidad, la ciencia, la tecnología, los poderes públicos, la administración estatal, el gerenciamiento y la actividad privada, los medios de transportes, los de comunicación audiovisual, las construcciones, los boliches, la red virtual, el trabajo, han motivado la creación de una burocracia controladora que también necesita ser controlada, de lo contrario adoleceríamos del elemento fundacional de dicha estrategia.
La espiral mencionada, esa vocación por una sociedad vigilada, ese asumirse sitiado, hace que nada de lo que se pretende controlar sea debidamente controlado producto de los naturales perdones que cada sector se otorga a si mismo y que a la vez consensúa con sus controladores como adelanto de futuros favores.
Al igual que sucede con la información cuando se presenta en demasía y sin la debida elaboración, termina desinformando. La ideología del Control absoluto termina siendo enemiga de si misma.
En nuestra sociedad sobran los controles; se presentan inundando cada acción humana, en consecuencia, y por principio de acción y reacción, el desbande se hace inevitable. Un desbande que en algún caso lo observo ciertamente energético y creativo, provocador para que los talentos ocultos despierten y se esmeren por sobreponerse a un sistema que pretende sojuzgar cada actividad, individual o colectiva, tiñéndola de dudosa.
De este modo nos chocamos de frente con la problemática de la corrupción. Mecánica social universalmente aceptada para evitar que determinadas objeciones legales afecten nuestras libertades y deseos insatisfechos.
Declarar menores ingresos de los reales para tributar lo menos posible, trabajar en negro para permitirnos ser adjudicatarios de una asignación conveniente, terciarizar e informalizar el empleo de modo evitar molestas y onerosas cargas sociales, precarizar las condiciones laborales para obtener mayores rentabilidades, favorecer económicamente a determinadas personas o grupos de poder son ejemplos del caso y cuestiones que por usuales y corrientes resultan hipócritamente sorprendentes cuando se mediatizan.

¿Se puede controlar todo lo que se pretende controlar?
Decididamente no... Si se desea vivir en una sociedad libre y democrática.

No existe mejor control social que respetar la ley escrita. Y eso es una cuestión individual que hace a lo colectivo. Respetar la velocidad máxima en una carretera es una acción individual que no puede ni debe, me atrevo a afirmar, ser controlada por la autoridad máxima en todo el trayecto que la ruta tiene; sería un despropósito de cabo a rabo. Algo parecido sucede con respecto al delito contra las personas y los bienes. El Estado no puede ni debe colocar un oficial en cada esquina y si así lo hiciera dicha operatoria no creo que convenza al potencial delincuente de lo nefasto de su conducta. Utilizaría otros modos, otra técnica para superar las dificultades que se le presentan.
Se me ocurre pensar que los fundamentalistas del control pretenden sobreabundar en la materia para distraernos, para permitirse un descontrol mayor que les posibilite mimetizar sus enormes e irregulares beneficios.
Por suerte existe un Caos correctivo siempre latente, lo bueno, eso que Porchia llamaba “lo indomesticable que poseemos dentro”...
Algo así como aquello de los melones y el carro. Así y todo considero que nuestra sociedad adolece de cierto anarquismo poético. Una suerte de libertinaje creativo que nos entretenga, que nos distienda, y que nos saque definitivamente de ese permanente estado de duda social, sospechosa y reticente.
Vivimos atajando penales que nadie nos patea, intuyendo males universales, creando enemigos donde no los hay, sobrevalorando la victimización como formato y lenguaje.
Stendhal, el más importante poeta del romanticismo Francés de principios del siglo XIX, decía... Amigo lector intenta no ocupar tu vida en odiar y tener miedo...
El odio envilece y paraliza. Ambos elementos hacen al fundamentalismo controlador y conspiran contra una buena vida, factor fundamental de la ética decía Fernando de Savater... Y luego agregaba... “La humanidad del otro siempre compromete mi propia humanidad; ser humano es entenderse con uno mismo sin desentenderse del resto de los semejantes. La vida tiene sentido único, avanza, sin remilgos ni repeticiones. Por eso es necesario reflexionar permanentemente sobre lo que uno desea y fijarse muy bien en lo que hace. Hay que procurar no fallar, y si se falla no languidecer.
A la pregunta si tiene sentido la vida habría que preguntarse si tiene sentido la muerte. Es bueno aquel que tiene una visceral antipatía por la muerte, propia o ajena. Poco importa si hay un después de la muerte, lo importante es que haya vida antes de la muerte. Para vivir mejor es necesario comprender a fondo la vida como si fuera una expresión artística, entendiendo que posee un diseño exclusivo y a la medida de cada persona, respetando las viejas leyes de la hospitalidad. En esta cosa del buen vivir nos puede ser de utilidad la sabiduría o el ejemplo de los demás, pero nunca podrán ser sustituidas nuestras propias conclusiones... Por eso no existen instrucciones para vivir. Sólo es saber elegir dentro de un marco de obligatoria libertad que con gusto debemos asumir sin condicionamiento ni controles externos, característica esencial que detentamos los seres vivos”.

Gustavo Sala
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"No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes. No se lamenten los viejos de que los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila; porque siempre es así: se gana con los nuevos."

de

Pensamiento vivo

"La falsificación (de la historia) ha perseguido precisamente esta finalidad: impedir, a través de la desfiguración del pasado, que los argentinos poseamos la técnica, la aptitud para concebir y realizar una política nacional. Mucha gente no entiende la necesidad del revisionismo porque no comprende que la falsificación de la historia es una política de la historia, destinada a privarnos de experiencia que es la sabiduría madre."
(...) "Pero se sigue adoctrinando sistemáticamente en la enseñanza de la historia para lo cual los réprobos son los que defendían la soberanía y los próceres los que la traicionaban para fines institucionales."
(...) "Ese es el gran problema argentino: es el de la Inteligencia que no quiere entender que son las condiciones locales las que deben determinar el pensamiento político y económico."

“El arte de nuestros enemigos es desmoralizar, entristecer a los pueblos. Los pueblos deprimidos no vencen. Por eso venimos a combatir por el país alegremente. Nada grande se puede hacer con la tristeza”
"Todos los sectores sociales deben estar unidos verticalmente por el destino común de la Nación (...) Se hace imposible pensar la política social sin una política nacional."

Arturo Jauretche

13 de noviembre de 1901 / 25 de mayo de 1974

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