6 de septiembre de 1930: un golpe de Estado que marcó la historia del siglo XX (Argentina)
Ese día comenzó la inestabilidad institucional que llegaría hasta 1983.
El 6 de septiembre de 1930 el golpe de Estado encabezado por el general José Félix Uriburu no sólo quebró el orden constitucional, derrocando al legítimo gobierno de Hipólito Yrigoyen, sino que marcó lo que quedaría del siglo XX como una alternancia de administraciones civiles y militares, estas últimas alentadas por este ejemplo. En esa fecha, con la llamada Revolución del ´30, se quebró la continuidad democrática iniciada en 1912 con la ley Sáenz Peña.
José Félix Uriburu (1868-1932), el líder de la revolución del 6 de septiembre de 1930, descendía de tradicionales familias salteñas y entre sus antepasados o parientes se contaban personalidades tan destacadas como el General Arenales o el ex presidente (1895-1898) José Evaristo Uriburu.
En mayo de 1929, el Presidente Yrigoyen firmó su pase a retiro, finalizando así una carrera que había comenzado a los 17 años. Para la fecha de su retiro, Uriburu tenía 61 y no estaba dispuesto a permanecer inactivo.
El 6 de septiembre de 1930 Uriburu encabezó el movimiento que terminó con el gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen.
Desde ese momento y hasta 1983 la Argentina no tuvo una democracia estable. Sería largo recordar la lista de interrupciones del orden constitucional.
Ya ha pasado tiempo desde entonces, y la historia ha juzgado a los responsables.
Si recordamos aquella jornada, vuelven a la memoria los cadetes del Liceo Militar marchando hacia la Casa Rosada, alentados por la multitud y en especial desde la sede del diario Crítica, en Avenida de Mayo al 1300. Cuántos de quienes alentaban había votado al "Peludo" dos veces como Presidente de la Nación y ahora festejaban su caída, pisoteando su imagen, como muestran los testimonios fotográficos...
Hasta Carlos Gardel compuso una canción que su voz llevó a toda América, elogiando aquel movimiento, que honraba la consigna "¡Viva la Patria!".
Aquella revolución fracasó, pero su semilla de interrupción fácil del orden constitucional quedó en tierra fértil.
Para que la memoria del pueblo tenga presente estos hechos es necesario que sean recordados, sin olvidar cada uno de ellos y a sus protagonistas.
A los argentinos del siglo XXI toca custodiar la democracia como única forma de gobierno para el país. Pasa por momentos difíciles, pero debe ser defendida a toda costa.
En octubre de 2008 la entonces presidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner, presidió una ceremonia en Casa de Gobierno en la que se descubrió un busto de su antecesor entre 1983 y 1989, Raúl Alfonsín, el primer presidente del período democrático posterior al golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Alfonsín dijo entonces que en la Argentina nunca más habrá presidentes de facto, lo que constituye un mandato de honor para los ciudadanos democráticos. Desde la asunción de Alfonsín, el 10 de diciembre de 1983, como primer mandatario de la Nación Argentina, los mandatos presidenciales se han sucedido dentro de lo establecido por la Constitución Nacional. En el caso de renuncias anticipadas, como las del propio Alfonsín en 1989 y de Fernando de la Rúa en 2001, se siguieron también las normas de la Carta Magna sin dañar o menoscabar en lo más mínimo el sistema que rige a la República.
Si la continuidad constitucional se fortalece, habremos brindado nuestro mejor homenaje a aquel gran hombre que fuera Hipólito Yrigoyen, a quien la historia recordará como un gran gobernante, patriota y ciudadano. (Alberto Auné)
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